Este viernes llega a las salas de cine Aliados, la nueva cinta de Robert Zemeckis. El director de Regreso al Futuro, Forrest Gump o la más reciente El vuelo dirige a Brad Pitt y Marion Cotillard en una historia que relata el romance entre dos espías aliados en la Casablanca de la Segunda Guerra Mundial. Una cinta que, asegura la oscarizada actriz francesa, recupera el "espíritu de los clásicos del Hollywood de los años cuarenta y cincuenta".

"Cuando leí el guión hace cuatro años, como un amante del cine y de ese tipo de películas americanas de los años cuarenta y cincuenta, tuve la sensación de que tenía el sabor de esos clásicos", afirma con ritmo pausado y tranquilo Cotillard en una entrevista a Europa Press concedida durante su paso por Madrid para promocionar la cinta. Su partenaire, Brad Pitt, también en la capital, no concede entrevistas para evitar a toda costa las cuestiones sobre su reciente separación de Angelina Jolie.

En Aliados, Pitt da vida a Max Vatan, un oficial canadiense de las fuerzas aliadas que lucha contra los nazis infiltrado tras las líneas enemigas. Cotillard es Marianne Beausejour, un activo de la Resistencia francesa que opera en el norte de África. Los dos espías se reúnen en Casablanca donde deberán hacerse pasar por marido y mujer para llevar a cabo una operación clave. Y tras compartir, presuntamente solo de cara a la galería, carantoñas en la azotea, confidencias en cafés y acaramelados bailes en clubes sociales, los dos impostores se dejan llevar y se abandonan a la pasión que ha surgido entre los dos. "Marianne es una mujer fuerte, inteligente, una superviviente y un personaje muy complejo. Está llena de contradicciones precisamente por ese amor", subraya Cotillard que, interrogada sobre su química con Pitt en las muchas escenas que comparte con el actor, algunas muy íntimas, no duda en señalar a Zemeckis como el máximo artífice de la misma. Y es que, aunque reconoce que "la química en pantalla es algo difícil de explicar" ya que la historia está llena "de ejemplos de dos personas que en la vida real funcionan, pero no en pantalla y, al revés, dos actores que no encajan a nivel personal y luego en pantalla tienen una química impresionante", lo cierto es que sí hay una receta que puede asegurar esta química. "Un guión bien escrito, con actores comprometidos y un gran director. Esos son los ingredientes que pueden hacerla realidad", sentencia.

Todo eso... y el trabajo. Y es que Zemeckis supervisó tres semanas de ensayos antes del rodaje que, según apunta la actriz gala, les permitieron a ella y a Pitt "entender qué tipo de actores éramos y qué tipo de director era Robert".

"Pero lo esencial es el director, su feeling, esa es la clave para conseguir esa química en el set. Creo que la explicación de esa química es el director, Robert Zemeckis", insiste Cotillard que, pese a que no duda en afirmar que "una buena historia nunca envejece", también admite que en una cartelera copada por precuelas, secuelas, remakes, spin-off, en el reino de las sagas interminables en el que se ha convertido en Hollywood actual, un proyecto como este es poco más que una osadía.

"Es muy valiente por parte de un director o productor desarrollar una película tan clásica de estas proporciones. Zemeckis puede hacer este tipo de películas porque es un visionario, alguien que siempre va a aportar algo diferente", afirma la sosegada Cotillard mientras recuerda que eran estos los proyectos con "los que soñaba cuando era niña". "Además, es fantástico para el público hacer algo diferente", apostilla.