Con todo demostrado en su carrera de actor, Ricardo Darín defiende que siempre hay que estar activo, en movimiento, y, sobre todo, romper con lo establecido. "Hay que cachetearse un poco, hay que darse un par de hostias para salir de la situación de confort, no es muy creativo el confort", señaló. Eso es lo que busca en sus nuevos proyectos, retarse a sí mismo y encontrar nuevos desafíos, como su papel en Nieve negra, un monstruo que él considera el héroe de la historia, un hombre hosco, aislado y a ratos inhumano frente a la sensibilidad que muestra su hermano en la ficción, interpretado por Leonardo Sbaraglia.

"Los malos me encantan, los villanos me encantan", afirma entusiasmado Darín, para quien su trabajo es "permitirse el atrevimiento de fantasear con vivir otras vidas". "Me gusta vivir las vidas de tipos que para mí son inimaginables, yo soy demasiado bueno, entonces necesito hacer de malo", agrega antes de reconocer que hay que cambiar: "Llega un momento en que uno, de la misma forma en que el público se cansa de que uno haga personajes similares, también se cansa, hay que buscar un poco de diversificación para encontrarle el caldo".

Bromas continuas y risas jalonan una entrevista que se desarrolla en la sede madrileña de Casa América, durante uno de los múltiples viajes a Madrid del actor argentino, en este caso para ir preparando su regreso en septiembre a los escenarios teatrales españoles con Escenas de una vida conyugal, junto a Érica Rivas.