La minifalda que la reina de España lució días atrás en una de sus escasas salidas públicas por Mallorca no ha pasado desapercibida en Europa. La prensa, sobre todo la alemana, ha puesto el objetivo en la que llevó en la visita a un museo en Sóller. Más bien que minifalda, minivestido blanco, con un largo bastante por encima de sus rodillas que, de paso, le permitió presumir de piernas morenas, delgadas y musculadas que más de una a su edad (44 años) quisiera.

La revista Bunte, siempre atenta a las andanzas de la realeza europea, puso el grito en el cielo: "Los ojos siempre aterrizan en su revelador look. Un minivestido supercorto. No debería sentarse. Simplemente no podemos mirar hacia otro lado". En la línea de Bunte, salió el británico Daily Mail, que comparó el estilo de Letizia con el de sus hijas.

No es la primera vez que en Europa hacen bromas con el aspecto infantil que, consideran, luce a veces la Reina: en junio, cuando se peinó con la ya conocida como "coleta de burbujas" -muy original, poco vista y ahora copiada hasta la saciedad- fue también Bunte la que apuntó que la asturiana parecía aconsejada por las pequeñas Leonor y Sofía.

¿Envidia o mojigatería de británicos y alemanes? Todo puede ser. Los primeros consideran a Letizia, pese a ser mayor, mucho más atrevida y fresca en sus atuendos que Catalina de Cambridge (35 años). Los germanos puede que hayan alumbrado a Karl Lagerfeld o Claudia Schiffer, pero en cuestiones de estilo no son precisamente un ejemplo en Europa. De los estilismos de la reina de España se ha dicho de todo, para bien y para mal. Pero más allá de la broma o la crítica, hay algo referente a la Reina Letizia y, en general, a las nuevas generaciones de monarcas europeas que es una constante: preocupa más lo que llevan que lo que hacen o dicen.

Una consecuencia que la todopoderosa editora de moda, la famosa Suzy Menkes, atribuía recientemente en un artículo a la influencia de Diana de Gales, de cuya muerte se cumplen ahora 20 años.

Menkes lo llama su "sombra ominosa", tanto por la obsesión del público por los vestuarios de las royals como por el de éstas por cuidar al extremo la imagen que presentan ante las cámaras. La editora -para quien está claro que la moda no es precisamente baladí y es un sector del que vive y al que se dedica en cuerpo y alma- lamenta el extremo al que ha llegado la situación: "Parece que en los medios interesa mucho más lo que ellas visten que lo que hacen".

Y pone de ejemplo, precisamente, a Letizia y su visita meses atrás a París. "Solo se produjo un sinfín de comentarios sobre su vestuario".

Para bien (la ropa dice mucho y tiene mucho poder) y para mal (un estilismo inadecuado o estridente puede distraer de algo más importante) así son las cosas. El día que Letizia lució la minifalda en Mallorca iba con sus hijas y su marido al museo Can Prunera, a visitar la exposición Pablo Picasso y Joan Miró, historia de una amistad.

Quizás la idea de los Reyes era transmitir que en sus vacaciones hay sol y playa, pero también tiempo para la cultura y el conocimiento. ¿Alguien se dio cuenta? Como que no.