Una zambullida en la memoria para luchar contra el olvido de los desaparecidos políticos del mundo. Esa es la propuesta de la cinta chilena Los versos del olvido, que empapó de realismo mágico la competición de la Mostra veneciana.

Escrita y dirigida por el iraní Alireza Khatami, la historia, una coproducción de Chile, Francia, Alemania y Holanda, compite en la sección Horizontes de Venecia, reservada a las nuevas tendencias y vanguardias estéticas y donde ha sido bien recibida por el público. Fue rodada en Santiago de Chile pero en realidad hay pocas o ninguna alusión a esta ciudad ya que está planteada desde un punto de vista universal, habida cuenta de que el drama que narra, el de los desaparecidos políticos, es extrapolable a muchos países del mundo.

Un anciano sepulturero con una sorprendente memoria, salvo con los nombres, interpretado por el actor español Juan Margallo, trabaja y prácticamente vive en un remoto y vetusto cementerio, testigo de cómo cada vez menos personas acuden a ver a sus difuntos. El camposanto se encuentra sumido en el abandono, hasta el punto de que en sus descuidados nichos las abejas hacen miel, pero todo cambia cuando llegan a su morgue una serie de cadáveres tras una revuelta en un municipio cercano.