La leyenda sigue viva y unas 50.000 personas lo celebraron el miércoles en el Estadi Olímpic de Barcelona, donde los Stones regalaron un repertorio mítico, que abrieron con Sympathy for the Devil y cerraron con Satisfaction y el público rindiendo pleitesía a sus satánicas majestades. Mick Jagger no defraudó y tiró con fuerza de una banda que es un icono y no necesita presentar temas nuevos ni innovar, sólo demostrar que el rock sigue corriendo por sus venas.

Elegante, sexy y en plena forma, Mick Jagger apareció con una americana de lentejuelas. Muchos compraron la entrada pensando que quizás iba a ser la última oportunidad de ver a esta longeva banda británica.