Cuando la moda habla de reinvención y muchos piden un freno a los estresantes niveles de creación que exige la industria, Givenchy inició ayer en París una nueva etapa guiada por la británica Clare Waight Keller, quien ha iniciado una estrategia para poner las ventas de la marca a la altura de las más grandes.

Tras doce años del gótico Givenchy del italiano Riccardo Tisci, que abandonó la firma en febrero, la diseñadora británica ha inaugurado una era puramente chic, dentro de los cánones del clásico look parisino de los archivos, manteniendo la estética rockera que aportó Tisci.

Los clásicos de la firma se readaptan en una versión moderna y elegante, incluyendo algunos toques divertidos como un estampado de labios en dorados sobre varias creaciones y algunas introducciones del leopardo o las flores. Vuelve la gabardina de la maison, así como las mangas asimétricas, los cuellos altos en vestidos, las cinturas ajustadas y los hombros delicadamente marcados, como a Hubert de Givenchy le gustaba en ese estilo que plasmó en su musa, Audrey Hepburn. Pero el espíritu Waight Keller también quedó patente: la británica suavizó la silueta y envolvió la colección de allure francés.