La denuncia de la miseria, la dignidad de los trabajadores y la lucha contra la injusticia fueron los pilares de Woody Guthrie, el mito del folk de Estados Unidos y un referente para los cantautores de los 60 y todos los que quisieron crear música comprometida con su tiempo y con su gente. Mañana se cumple medio siglo de la muerte del autor de T his Land is Your Land, quien falleció en Nueva York a los 55 años tras una larga lucha contra la enfermedad de Huntington.

Para conmemorar el aniversario se editó este mes el especial Woody Guthrie: The Tribute Concerts, un triple disco con los recitales del Carnegie Hall (1968) y del Hollywood Bowl (1970) en los que artistas como Bob Dylan, Pete Seeger, Joan Baez, The Band o Richie Havens rindieron homenaje a Guthrie tras su muerte.

Originario de Oklahoma, donde forjó su respeto por las clases bajas, y tras una turbia infancia que le llevó a Texas, Guthrie se lanzó de muy joven a la carretera y comenzó a escribir su leyenda: la del músico errante, la del cantautor del obrero y el campesino, la del poeta y el artista abrazado a la calle.

Aficionado a tocar la guitarra y a las melodías del folk, Guthrie fue uno de los grandes cronistas de las migraciones del Dust Bowl, una época de terribles sequías y tormentas de arena en los años 30 que arrasaron las Grandes Llanuras de EEUU y que obligaron a miles de personas a abandonar sus tierras.

Guthrie, como muchos otros, dirigió sus pasos hacia el oeste hasta llegar a California, pero durante el camino recogió experiencias para canciones como The Great Dust Storm o Dust Bowl Refugee, en las que relataba la durísima vida de los migrantes con un lenguaje sencillo en el que todos podían identificarse.

En Los Ángeles consiguió tocar en la radio a finales de los años 30 y entabló vínculos con sindicatos y el Partido Comunista, unas conexiones que, tras la II Guerra Mundial y en los primeros años de la Guerra Fría, le cerrarían muchas puertas profesionales.

Pero para este músico la defensa de los trabajadores y de la justicia era lo más importante y así lo demostró en This Land is Your Land, todo un himno para las clases bajas.

Mientras viajaba a Nueva York, Guthrie escuchaba en todos los rincones God Bless America, el complaciente e idílico retrato de Estados Unidos firmado por Irving Berlin que ni remotamente se parecía al panorama de miseria, desigualdad y desgracias que él había percibido. Como respuesta a lo que entendía era una imagen falsa de Estados Unidos, Guthrie compuso la áspera y sobria This Land Is Your Land que a la larga se convertiría en su canción más popular.

En Nueva York vivió una de sus etapas más brillantes y, convencido por el célebre etnomusicólogo Alan Lomax, grabó en el año 1940 el famoso disco Dust Bowl Ballads.

Junto a Pete Seeger, otra figura de la izquierda llamada a protagonizar los manuales sobre la canción protesta, formó el grupo The Almanac Singers, que entonaba canciones para los huelguistas y el movimiento pacifista ante la II Guerra Mundial.

Pero la situación cambiaría mucho tras el ataque de la Alemania nazi a la URSS y la ofensiva de Japón contra Estados Unidos, lo que llevó a Guthrie a apoyar la lucha y a estampar en su guitarra su emblemática pegatina: Esta máquina mata fascistas.

Casado en tres ocasiones, aunque muchas temporadas estuvo separado de su familia mientras viajaba por el país, Guthrie pasaría los últimos años de su vida ingresado en un hospital.

Pero la semilla de su genio germinó rápidamente en los cantautores de los 60 como Bob Dylan, un gran fan del espíritu y la obra de Guthrie y que le dedicó la canción Song to Woody en 1962.

Otros famosos seguidores como Bruce Springsteen, la película Bound For Glory (1976) basada en la autobiografía del cantante, y discos como Mermaid Avenue (1998) de Billy Bragg y Wilco son sólo algunas pruebas de que el legado de Guthrie pervive de manera discreta, pero sólida, en la memoria musical de Estados Unidos. Un músico todavía en la memoria tras cumplirse medio siglo -la fecha será mañana- de su fallecimiento con solo 55 años.