El actor José Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937) protagoniza Muñeca de porcelana, penúltima obra de David Mamet con la que recorre teatros de todo el país.

-Con lo que pasó estos días en el Congreso, parece que Mamet hubiera escrito para hoy mismo.

- Muñeca de porcelana era de actualidad mucho antes de lo de la moción de censura. La cuestión esta viene de tiempo inmemorial; desde antes de Cervantes, incluso. Pero sí, Mamet siempre ha estado al loro de lo que pasa, de la crónica de su tiempo.

-Interpreta a un malvado.

-No, no es un malvado. Es un tipo que tiene poder económico, político y, como consecuencia de ello, maneja el poder moral. Es producto de la sociedad americana, pero, lamentablemente, es exportable a distintas latitudes morales, políticas e ideológicas. Y, pese a todo, tiene su punto, por así decirlo, de redención. Desde la impunidad, desde la insolencia, este hombre despotrica y pone patas arriba un montón de cosas que a veces están aparentemente sustentadas por gente biempensante, pero son tan miserables como él.

-Parece que le presten más los personajes con aristas.

-Los personajes que son de una pieza me interesan menos. Los buenos son los que tienen perfil, por así decirlo, humano. Y eso es lo que le pasa a este que hago. Es malvado, pero tiene sus aspectos tiernos perfectamente justificables. Lo jodido es el personaje de cartón piedra.

-¿Mola que le digan que es mejor que Al Pacino?

-Yo sé que no soy mejor que Pacino. Lo que pasa es que me mandó una carta el señor Mamet felicitándome por mi trabajo y me regaló una pulsera de plata. Se lo agradezco infinitamente. Seguramente, este trabajo lo he hecho mejor que Pacino, pero sería tonto del culo si me creyera mejor que él. Y resulta, claro, que no lo soy.

-¿Cómo se metió en el traje caro del protagonista de Muñeca de porcelana ?

-Me bastó leer el texto. De él se desprenden no sólo una palabras, también una actitud, una manera de pensar, de sentir. Es un personaje, como le dije, perfectamente reconocible. Lo que sí hemos procurado es mantener la dignidad hasta donde hemos podido; no hacer ninguna parodia, ni tampoco aproximarlo a ejemplos que pudieran hacerlo más familiar. No, no, no.

-¿Cómo aceptó este papel?

-Me llamaron Bernabé Rico, el adaptador y coproductor, y Juan Carlos Rubio. Me lo ofrecieron, lo leí y me encantó desde las primeras de cambio y les estoy muy agradecido por su confianza. Llevamos dos años y medio y ha ido como un tiro.

-Los papeles que hizo en El viaje a ninguna parte o en Un lugar en el mundo son mis preferidos. ¿Y los suyos?

-Los míos son todos, unos más y otros menos, pero todos. Desde La familia y uno más y hasta Formentera Lady, mi última película, que se estrena ahora. Todos y cada uno de ellos. Por supuesto que tengo personajes más queridos, más próximos y, por qué no decirlo, más interesantes.

-¿Los nuevos teatreros?

-Seguramente, me faltan datos, pero sé que hay talento. El teatro sigue manteniendo la pésima salud de siempre. En todo caso, me gustaría que la situación fuera mejor de lo que es. Esto, en términos generales. Me gustaría poder contar que el teatro tuviera mayor poder de convocatoria del que tiene. Sería un miserable si me quejase de mi suerte profesional, porque sé que cuento con la fidelidad de gran número de personas que sigue mi trabajo.

-¿Cómo ve el presente?

-Lo veo turbio. Por supuesto, yo no estoy próximo al PP. Me da la impresión de que no gozamos de una buena salud política y necesitamos una revisión. Nosotros mismos pusimos a estos políticos: tenemos que revisarnos, no lo olvidemos.