El pasado 30 de abril María Zurita daba a luz a su primer hijo, un mes y medio antes de lo esperado, después de un proceso de fecundación in vitro. Sin embargo, lo que debería haber sido un feliz momento se vio enturbiado por el delicado estado de salud del pequeño Carlos. Ahora con su hijo fuera de peligro la prima del Rey Felipe VI rompe su silencio y concede una desgarradora entrevista a la revista ¡Hola!.

La llegada de Carlos se adelantó un mes y medio después de que María sufriera un desprendimiento de placenta, tal y como aclara ahora a la revista: "Me desperté en medio de la noche y me di cuenta de que estaba empapada. No sabía qué estaba pasando. Me levanté, encendí la luz y vi que era sangre. No hubiera aguantado más de veinte minutos, me hubiera muerto", cuenta María que se encontraba durmiendo en casa de su amiga Cristina Durán, lo que considera un auténtico milagro. "Mi amiga Cristina reacciona enseguida, llama a la ginecóloga y me iba mintiendo todo el tiempo. Me decía que lo que me estaba pasando era de lo más normal, que le había pasado en sus dos embarazos y yo como primeriza iba tranquilísima hacia el hospital", narra María. Sin embargo, la situación se volvió muy diferente al llegar al hospital: "como en las películas, había todo un equipo de personas esperándome en la entrada con una silla de ruedas y me llevan a toda prisa al quirófano. Lo primero que hace mi ginecóloga fue buscar el latido del corazón del niño y en cuanto lo oyó salió del quirófano a abrazarse a Cristina y a decirle 'Hay latido, ya puedes avisar a Carlos'", desvela María de los intensos momentos previos a dar a luz a su hijo. "Me empiezan a preparar para el parto y ya tumbada es cuando escucho una frase que me impacta 'vamos a intentar salvar a la madre y al niño', y después me desperté en la UCI" asegura María, desvelando uno de los episodios más duros de su vida, a la vez que dulce por tener a su primer hijo, al que en un principio no pudo tener con ella. "Me despierto en la UCI sin saber si el niño estaba vivo o muerto y aparecieron María y mi padre sonriendo, entonces entendí que había ido bien, porque la angustia era enorme", continúa María que recuerda: "el niño va a la UCI y a mí no me lo quieren enseñar. Me daban excusas y yo entendí que al niño le pasaba algo". "El pobre estaba todo amoratado y no me lo querían enseñar porque el aspecto era horroroso. Cuando por fin lo vi era todo un moratón, daba tanta pena...", pero María solo se queda con lo positivo y sentencia: "todo fue un milagro".

Pero lo peor estaba por llegar: "Tuvo una parada cardiorespiratoria y después otra. Nació con un soplo en el corazón y con el ductus abierto. La situación se complicó y el neonatólogo del Rosario nos recomendó llevarlo urgentemente a la Paz", pero agradecida al equipo médico a los doce días pudo tener a su hijo en brazos: "estaba lleno de tubos y cables y en cuanto me lo pusieran encima dejó de llorar, encontró mi dedo y se agarró a el con mucha fuerza".

Ahora todos esos recuerdos son parte del pasado y María espera con ansias poder tener a su hijo, y verdadero amor, con ella en casa y zanja: "gracias a Dios todo está bien. Le han hecho ecografía cerebral, revisado fondo de ojo, los oídos... y todo está bien. Es un campeón".