El fallecimiento, a los 78 años, de la diseñadora de vestuario y presidenta de honor de la Academia de Cine Yvonne Blake tiñó de tristeza el mundo del cine, que recordó su brillante carrera y el arrojo con que representó al sector. Blake estaba ingresada en un hospital madrileño tras sufrir un ictus en enero.

Ganadora de un Óscar, cuatro Goyas y del Premio Nacional de Cinematografía, Blake (Manchester, 1940) no tenía nada que demostrar cuando en julio de 2016 asumió la presidencia interina de la Academia de Cine -fue ratificada tres meses después- en un momento de aguas revueltas para la institución, tras la marcha precipitada de Antonio Resines. Inyectó en la entidad aires renovados, rejuveneciendo y ampliando su composición, tejiendo lazos con Hollywood e Iberoamérica e intensificando sus actividades, pero en enero pasado un ictus del que finalmente no se recuperó la apartó inesperadamente de sus responsabilidades.

Por expreso deseo de la familia, no se abrirá capilla ardiente ni habrá ningún acto público de funeral, pero la Academia de Cine "por todo lo que ha significado para la entidad" le hará un homenaje "más adelante", confirmó una portavoz de la institución. Con Blake se constituyó la Federación Iberoamericana de Academias de Cine, con sedes en Madrid y México, y se reactivó la Fundación, una entidad sin ánimo de lucro centrada en el desarrollo de proyectos educativos, la preservación de la memoria del cine español y su difusión en el extranjero.

En el tiempo que ocupó la presidencia logró más de 150 nuevas incorporaciones, entre ellas las de directores como Jaime Rosales y Carlos Vermut, actores como el argentino Ricardo Darín y el español Hugo Silva y productores como Enrique Cerezo y Ramón Colom, hasta superar los 1.300 miembros.

Aunque nació en Inglaterra, Blake desarrolló gran parte de su carrera en España, adonde llegó en 1968, en plena eclosión de las coproducciones con Hollywood.

Responsable del vestuario de cerca de sesenta producciones, vistió a Sofía Loren, Audrey Hepburn, Marlon Brando o a Christopher Reeve en Superman y trabajó con directores como François Truffaut, John Sturges, Richard Donner, Paul Verhoeven, Peter Bogdanovich, Gonzalo Suárez, Vicente Aranda, José Luis Garci o Jaime Chávarri. Ganó el Óscar en 1971 junto a Gil Parrondo por Nicolás y Alejandra y volvió a ser candidata cinco años después con Los cuatro mosqueteros de Richard Lester. Además, fue cuatro veces candidata a los premios británicos Bafta y dos a los Emmy, y tenía cuatro premios Goya, por Remando al viento (1988), de Gonzalo Suárez; Canción de cuna (1994), de José Luis Garci; Carmen (2003), de Vicente Aranda, y El puente de San Luis Rey (2004), de Mary McGuckian.