Plácido Domingo debutó como batuta wagneriana en el Festival Richard Wagner de Bayreuth con una triunfal Valkiria en que las voces impusieron su dominio sobre la escenografía de Frank Castorf y en medio de una ola de calor insólita en Baviera. Los "bravos" se sucedieron para Catherine Foster, como Brunilda, y Greer Grimsley, el Wotan, en primera línea, así como también para Anja Kampe, la Siglinda, y Stephen Gould, su Sigmundo, mientras que a Domingo se le brindó una ovación de gala, salpicada de algún abucheo.

Debutar en el templo wagneriano por excelencia, acostumbrado a las batutas más avezadas en las óperas del compositor exclusivo de la casa, no es tarea fácil. Tampoco para Domingo, quien regresaba al festival bávaro 18 años después de haber interpretado por última vez en ese lugar, entonces como tenor, el Sigmundo que ahora asumió Gould. Salió airoso de la prueba, en un Bayreuth que esperaba con cierto escepticismo que por primera vez en la historia de la casa no se representara El Anillo del Nibelungo al completo, sino simplemente la segunda pieza.