El francés Joël Robuchon, récord de estrellas Michelin y calificado como chef del siglo, recibió ayer un homenaje póstumo en la catedral de Poitiers, en presencia de cocineros de renombre. Un retrato gigante de este embajador de la gastronomía francesa fallecido el 6 de agosto presidía la fachada de la catedral Saint-Pierre de su ciudad natal en el centroeste de Francia durante la ceremonia religiosa.

Fue a 11 kilómetros de ahí, en el pueblo de Chasseneuil-du-Poitou, donde este hijo de albañil y ama de casa que quería ser cura descubrió a los 15 años la que sería su gran pasión, ayudando a cocinar para otros seminaristas.

El funeral de Robuchon, quien sucumbió a un cáncer en Ginebra, tuvo lugar la semana pasada en la más estricta intimidad, por expreso deseo de la familia. Con este homenaje público sus allegados quisieron celebrar un "momento fraternal" con chefs "de todo el mundo y de todos los rincones de Francia", según un portavoz de la familia.

Vestidos con sus uniformes blancos de cocina, o negros como los que solía llevar Robuchon, chefs de todo el mundo se dieron cita frente a la catedral. Entre ellos figuraban los ilustres y multiestrellas franceses Alain Ducasse, Alain Dutournier y Michel Guérard. "Joël Robuchon era por esencia el gran cocinero universal, como lo fue en su época Auguste Escoffier. Era también un ejemplo del trabajo manual, artesanal", dijo Guérard.

Su prima Martine Jammet recordó lo mucho que disfrutaba Robuchon durante las vacaciones con su familia en España cuando era joven. Allí descubrió sabores como el del conejo a la brasa y después de eso "obró mucho para que se conociera la cocina española en el mundo", dijo. A la ceremonia también asistió una delegación de Japón, país que Robuchon donde abrió varios establecimientos.