Todo apuntaba a que iba a ser una boda inolvidable. Pero cualquier expectativa o diseño imaginado sobre cómo podía ser la boda entre la influencer italiana de moda Chiara Ferragni, una de las más importantes del mundo, y su ya marido, el rapero milanés Fedez, ha sido superado por la realidad. Escenarios palaciegos, vestidos de ensueño, decoraciones lujosas, fuegos artificiales, música en directo para todos los gustos, los manjares más exquisitos, aviones personalizados, fuegos artificiales, discursos románticos que tumban hasta al más insensible, invitados llenos de glamour, fiestas hasta el amanecer, y hasta un parque de atracciones. ¿Y lo mejor? Todo retransmitido en directo a través de las redes sociales. El enlace de #TheFerragnez (el acrónimo que la propia pareja ha creado uniendo sus apellidos y que dispone hasta de cuenta oficial en Instagram y, por supuesto, con un hashtag que ha recorrido el mundo este fin de semana) es el primer ejemplo de la primera boda 3.0. Es decir, una celebración que millones de personas pudieron seguir, con todo lujo de detalles y en riguroso directo, por diferentes plataformas.

Como si de una serie de televisión se tratase -de hecho, se grabó un documental de la preboda y la boda durante este fin de semana-, tras el capítulo de la petición de mano de Fedez a su famosa novia -que cuenta con casi 15 millones de seguidores- en mayo de 2017, después de dedicarle una canción en un concierto en Verona, delante de un multitudinario público, llegó el anuncio del embarazo a finales de 2017.

Fedez y Chiara confirmaron que serían padres de un niño, al que han bautizado con el nombre de Leone (León en italiano) y que nació en marzo de este año, en el mismo hospital de Los Ángeles en el que dio a luz Beyoncé a sus mellizos. Después vinieron los primeros días como padres, las infinitas muestras de amor por las redes sociales, la animada y lujosa despedida de soltera de Chiara en Ibiza, el envío de una invitación en 3D con ellos besándose delante de una noria y, el pasado fin de semana, por fin, el final feliz del cuento de hadas.

Todo empezó el viernes, cuando Fedez y la mayoría de los 160 invitados se trasladaron desde Milán a Sicilia, lugar de origen de la madre de Ferragni y en el que se celebraría la boda, en un avión de Alitalia completamente personalizado. Centenares de personas esperaban a pie de pista para verlos aterrizar. Con el atardecer, la localidad siciliana de Noto se convirtió en una pasarela de moda. Hasta que llegó la famosa pareja. Ella, deslumbrante con un vestido de la firma italiana Prada, de largo hasta la rodilla, sin mangas y con escote pico, realizado en seda y organza, en color rosa empolvado, y cubierto de pedrería y perlas doradas. Él, con una camisa blanca con su famoso acrónimo bordado en letras doradas y un pantalón oscuro. Como auténticos royals, salieron al balcón a saludar, se besaron ante las cámaras y, por supuesto, compartieron todos los detalles de la cena y el fiestón en las redes.

Un aperitivo perfecto de lo que llegaría el sábado. Los prometidos ya habían anunciado las firmas que se encargarían de sus esperados trajes de boda: ella de Dior, con creaciones especiales realizadas por su directora creativa, la romana Maria Grazia Chiuri; él, de la casa italiana Versace. Y llegó el momento. Al aire libre, en uno de los jardines del Palazzo Ducezio, Fedez llegó del brazo de su madre con un traje ajustado azul marino, camisa blanca y sin corbata. Al ritmo de I miss you, de Blink 182 se acercó al altar seguido en todo momento por las cámaras de los móviles de los asistentes. Las damas de honor lucieron dos versiones de un mismo vestido largo, en rosa pastel, confeccionado por Alberta Ferretti.

Y a los acordes de Perfect, de Ed Sheeran, llegó la novia. Del brazo de su padre, Ferragni deslumbró con un vestido de cuerpo de encaje -que en realidad era un mono de pantalón corto-, con cuello ligeramente subido y manga larga; y falda de volumen XL de tul. Una mezcla perfecta entre los inolvidables vestidos de novia de Grace Kelly y Olivia Palermo que sacó la parte más elegante de la empresaria e influencer. Tras el sí quiero, las bengalas de colores, y las fotos oficiales, traslado a la villa rústica del siglo XIX Dimora delle Balze, para disfrutar de la cena.