Un festival del calibre de Venecia corre a menudo el riesgo de convertirse en una extensión de su cotizada alfombra roja. Pero el cine reclamó ayer todo el protagonismo en la ciudad italiana, en la que coincidieron dos maestros incontestables y otros dos cineastas que, si no están ya en ese nivel, aspiran a alcanzarlo. Cada nuevo estreno de Errol Morris, acaso el documentalista más importante de las tres últimas décadas, debería ser un acontecimiento. Su nueva película, American Dharma, ha logrado al menos un impacto mediático que quizás no alcanzasen otras obras mayores del autor de The Thin Blue Line, aunque no por el nombre del cineasta. La película se articula a través de una entrevista con Steve Bannon, el líder ultraderechista y exasesor de Donald Trump.

El filme de Morris se presentó fuera de concurso, en una edición de incierto palmarés. Quien tiene un galardón asegurado es David Cronenberg, que recibirá un León de Oro de honor por su carrera y que ayer en Venecia defendió las plataformas de streaming y la posibilidad de ver películas en un móvil o una tablet, sin que por ellos pierdan relevancia.

Dentro de la sección oficial, se presentaron en el festival dos películas que aspiran a los premios mayores. Paul Greengrass llevó a la ciudad italiana 22 July, su retrato del atentado de la isla noruega de Utoya, en la que un único terrorista, Anders Breivik, asesinó a 69 personas en 2011. Por su parte, el mexicano Carlos Reygadas, arribó a Venecia con Nuestro tiempo, una película que narra la crisis de una pareja y que recibió grandes aplausos en su primera proyección.