Fanáticos de todo el mundo, desde Hollywood Boulevard a Erevan, seguían llorando ayer la muerte de Charles Aznavour, un monumento de la canción francesa. Varias voces se alzaron en Francia, incluyendo la del expresidente François Hollande, para pedir que se organice un homenaje nacional para el padre de la canción francesa del siglo XX, que falleció la madrugada del lunes a los 94 años. Pero la última palabra la tiene su familia.

"La familia no ha tomado aún ninguna decisión", dijeron ayer los agentes del cantante, que falleció en su bañera por "causas naturales" tras un "fallo cardiorespiratorio", según la autopsia realizada por la mañana.

La ministra de Cultura, Françoise Nyssen, declaró que "Francia debe rendirle un gran homenaje", sin más precisiones.

El lunes por la noche, la Torre Eiffel se tiñó de dorado para honrar a Aznavour y algunas de sus más bellas canciones, como La Bohème o La Mamma, resonaron en el puente parisino Iéna. La alcaldesa de París, Anna Hidalgo, que organizó este tributo, anunció que propondrá que se rebautice una calle de la capital francesa en su honor.

Un día después de su muerte, emotivos homenajes seguían llegando de todo el mundo.