El gaitero José Ángel Hevia fue elegido el lunes nuevo presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), una responsabilidad en la que sucede al compositor José Miguel Fernández Sastrón. Hevia, cuyo mandato se prolonga hasta 2022, quiere transmitir un "mensaje de tranquilidad" hacia los más de 400 trabajadores de la entidad. "Tenemos un sentimiento de responsabilidad hacia ellos, los trabajadores de la casa, que llevan años en incertidumbre de qué va a pasar con la entidad, si va a desaparecer, si nos van a intervenir... A este colectivo de trabajadores queremos sacarles de la incertidumbre y transmitirles ese mensaje de tranquilidad", afirmó Hevia, que cuenta con el músico gallego Teo Cardalda como vicepresidente de Pequeño Derecho.

-¿Cómo se gestó su candidatura a la presidencia?

-El guion no estaba escrito en estos términos. Los músicos afines en sensibilidad dentro de la SGAE nos presentamos a las elecciones sin constituir una candidatura unitaria. Todo el mundo, en las quinielas, apuntaba a Teddy Bautista como miembro electo. Bautista, que está reconocido como un gran técnico, parecía el candidato que se iba a abrir paso hasta la presidencia. Pero el resultado ha sido otro, diferente a esos pronósticos, porque hubo una directiva que permitió el juego de alianzas y mayorías, lo que a su vez va a permitir dar unos pasos en favor de la gobernanza, en conjunto y con consenso. Al final, surgió mi nombre como candidato y, por los contactos mantenidos entre los diversos colegios profesionales, se acordó que sería el próximo presidente.

-¿Cuál es el objetivo más inmediato de su mandato?

-Estamos en una situación crítica, casi de emergencia, para la casa. Hay abierta una guerra interna, con varios apercibimientos del Ministerio de Cultura que tenemos que atender, de manera urgente, de aquí a Navidades. El primero, un cambio estatutario que adecue los actuales estatutos de la entidad a la actual legislación y a la normativa europea.

-¿Por qué?

-Porque al aprobarse enmiendas a la Ley de propiedad intelectual y al producirse determinados cambios en la normativa europea, los estatutos no estaban adecuados a estas modificaciones. Tenemos que plantear a los socios, desde el entendimiento, que se deben acometer en exclusiva los cambios en los estatutos que exige la ley. No estamos en disposición de presentar, en un mes, una reforma estatuaria profunda, no hay posibilidad de plantear esto a los socios, porque sería una negociación larguísima. Tenemos que apelar a la responsabilidad del socio para adecuar los estatutos.

-Hubo controversia porque no se habilitó el voto electrónico, ¿prevé incrementar la participación de los socios?

-Durante la campaña electoral nunca me manifesté ni a favor ni en contra del voto electrónico. Me presenté con las reglas que se marcaron en el proceso, que pasaban por el voto por correo. Pero dicho esto, y en pleno siglo XXI, el voto electrónico es algo a lo que tenemos que aspirar. Y no sólo en la sociedad de gestión, también en la sociedad civil. El facilitar la participación cómoda de los socios es algo a lo que tenemos que aspirar, y una vez que se garanticen los criterios de seguridad, que se garantice que el voto se realice de forma segura, tenemos que implementar este mecanismo en esta legislatura.

-Se habla mucho del caso Rueda , el presunto fraude por la emisión de melodías en televisión en horario nocturno...

-Antes de nada, precisar que nadie en la SGAE, y menos en los órganos de dirección admite el término Rueda, hablamos de un proceso judicial de unos hechos que acaecieron hasta 2013. Dicho esto, hay una polémica en la casa sobre el negocio de las editoriales multinacionales, por un lado, y el de las multinacionales de televisión, por otro. Antes, los autores firmaban contrato con una discográfica, y cuando se cayó el mercado del disco surgió otro modelo, el digital, y entraron las editoriales de televisión. Estamos casi casi en un conflicto como el que enfrenta al taxi tradicional y a Uber, que serían las plataformas digitales. No podemos pretender que el taxi tradicional desapareciese con la llegada de esos nuevos modelos, estamos condenados a convivir y tenemos que invitar al diálogo entre unos y otros. Probablemente, a la vuelta de tres, cuatro o cinco años la polémica será entre los autores que produzcan música en exclusiva para internet y los que trabajen modelos antiguos. La sociedad cambia, como también los mercados y los perfiles de los trabajadores de la música. Debemos engranar los diferentes modelos y que no entren en conflicto.

-Algunos creadores tienen problemas para conocer las audiencias de sus trabajos en plataformas digitales, y percibir una remuneración acorde. ¿Es uno de sus caballos de batalla?

-El mundo digital, en general, será un caballo de batalla. En lo digital, es muy fácil identificar dónde se está viendo algo, escuchando algo o representando un determinado texto teatral. Es muy fácil de seguir, pero los generadores de contenidos no remuneran a los creadores de una manera acorde al beneficio industrial que obtienen por el tráfico. Un autor percibe una cantidad tan mínima frente a un beneficio bastante más considerable que, si la digo en decimales, sería irrisoria. El caballo de batalla es que el autor de ese contenido pueda participar de ese beneficio.

-La SGAE genera cierto rechazo dentro de la sociedad. ¿Aspiran a revertirlo?

-Tenemos una vieja aspiración, que no decae, por rescatar el prestigio en la sociedad civil de una sociedad que se dedica a remunerar a los creadores de contenidos. Rescatar ese estatus natural por el cual un ciudadano contribuye a remunerar el trabajo de un autor, de tal forma que sea vista de manera natural. Estamos asistiendo a propuestas como la "primera fiesta libre de SGAE", y uno no se explica que haya ese rechazo. Que me parece perfecto siempre que no se use el repertorio de la SGAE, pero tenemos que ir a un escenario en el que no se produzca ese sentimiento de rechazo. Y tampoco queremos que haya ese rechazo entre los propios socios de la SGAE, que no piensen que la entidad está gobernada por una cúpula que mira sólo para determinados autores o intereses. Tenemos que mejorar la imagen interna de la SGAE, entre los socios, y cuando tengamos una sociedad respetable será más fácil llegar al ciudadano.