Admiradores, autoridades y representantes del mundo del cine dieron ayer el último adiós al director Bernardo Bertolucci, encomiado por su libertad artística y su poética y como un genio infatigable, pues dejó concluido un último guión. El sencillo féretro de madera del realizador de El último tango en París (1972), fallecido a los 77 años, se instaló en la Sala de la Protomoteca del Ayuntamiento de Roma, el Campidoglio, sobre pedestal y alfombra roja y custodiado por dos guardias engalanados.

La sala, reservada para las grandes ocasiones y decorada con los bustos de los personajes más ilustres de Italia, fue un ir y venir de personas, algunas de las cuales depositaron flores a los pies del ataúd, como la alcaldesa de la ciudad, Virginia Raggi. Uno de los primeros en llegar fue Vittorio Storaro, director de fotografía de muchos de los trabajos de Bertolucci, entre ellos El último emperador (1987), el mayor éxito internacional del cineasta, con el que logró nueve Óscar.