Fue la reina de un cine amable y de color rosa pero en su vida privada compartió escenas con aristas y sombras. La estrella de Doris Day se apagó ayer a los 97 años en su casa californiana al complicarse una neumonía. Lo hizo público la Doris Day Animal Foundation a la que la actriz se entregó en cuerpo y alma durante décadas tras darle la espalda a las cámaras en 1973. Eclipsada y decepcionada. Primero había dicho adiós al cine en 1968, luego hizo con la televisión tras cerrar El show de Doris Day. Su carrera de 39 películas fue fértil en la taquilla de los 50 y 60 y más yerma en calidad. Brilla por encima de todas El hombre que sabía demasiado (1956), claro que al frente estaba Alfred Hitchcock y compartía cartel con James Stewart. En ella, su talento como cantante se puso al servicio del suspense en una escena memorable en la que cantaba a voz en grito Qué será, será ( Whatever will be), canción de Joy Livingstone y Ray Evans que ganó el Óscar. Ella no quería cantarla pero... La persiguió siempre.

Su popularidad floreció en icónicas y confortables comedias románticas como Confidencias de medianoche (1959), en la que compartió protagonismo varias veces con el impostado supergalán de la época Rock Hudson, y que le dio su primera y única nominación al Óscar como mejor actriz. Con Hudson hizo también Pijama para dos y No me mandes flores. Otros títulos clave fueron Suave como el visón en 1962, con Cary Grant, y Su pequeña aventura, en 1963, con James Garner. Etiquetada por sus detractores como la Virgen de América y como la vecina de al lado o la nuera ideal por sus admiradores, su vida sentimental apenas tuvo finales felices. Cuatro matrimonios. Se divorció tres veces. Enviudó una y su único hijo, Terry, murió en 2004. Doris Mary Ann von Kappelhoff nació en Cincinnati (Ohio) en 1924 en el seno de una familia de origen alemán. Un accidente de tráfico truncó sus sueños de dedicarse a la danza, pero la vida le dio otra oportunidad y la grabación de la canción Sentimental journey le dio una inesperada popularidad durante la Segunda Guerra Mundial para unos Estados Unidos que necesitaban músicas reparadoras. En 1946 era toda una celebridad pero fue una casualidad su salto a la gran pantalla: Michael Curtiz, director de Casablanca, la escuchó cantar en una fiesta y le ofreció una prueba de pantalla para Romanza en alta mar. Prueba superada. Curtiz volvió a llamarla para El trompetista, con Kirk Douglas y Lauren Bacall. Uno de sus mejores trabajos interpretativos. En 1953 logró un importante éxito con Calamity Jane, titulada en España Doris Day en el Oeste. Un elocuente síntoma de popularidad. Dos años después realizó su mejor interpretación al encarnar a Ruth Etting en Quiéreme o déjame, junto a James Cagney. Con Frank Sinatra protagonizó el robusto melodrama musical Siempre tú y yo, de Gordon Douglas. Como cantante, Day grabó en veinte años imparables más de 650 temas y 29 álbumes de estudio. El último, con 89 años. También compartió cartel con mitos como Jack Lemmon La indómita y el millonario o David Niven ( No os comáis las margaritas). El tsunami que cambió Hollywood a finales de los 60 la sacó del mapa. En 1968 se despidió con la olvidada El novio de mamá. Gracias a la pequeña pantalla puso en orden el desastre financiero que le dejó su representante y tercer esposo, Marty Melcher. Con su hijo Terry, al que tuvo con solo 19 años, montó un hotel para perros, máxima expresión del amor incondicional por los animales que desarrolló desde que vio durante el rodaje con Hitchcock lo mal que se les trataba. "Cuando más conozco a los seres humanos, más amo a los animales", decía.