"¡Silencio!, ¡motor!". La orden no se dirige al personal de un plató, sino a varias decenas de curiosos, bañistas, ciclistas, turistas y vecinos que, al otro lado del cordón instalado en el paseo de la Concha de San Sebastián, buscan con su mirada al hombre de gafas de pasta y sombrero de pana. Woody Allen ha trasladado sus bártulos al epicentro de la ciudad, una bahía repleta de bañistas ajenos al ajetreo concentrado en la zona del Café de la Concha, oculto bajo una maraña de biombos, reflectores y tiendas de tela.

Era el día más temido por el Ayuntamiento, porque se había hablado de que el rodaje del último filme de Woody Allen obligaría a "cortar" la Concha en pleno verano y cualquier avatar relacionado con el arenal donostiarra es fruto de peculiares y encendidos debates ciudadanos en San Sebastián. El inconveniente no ha sido tanto, ya que las escenas de playa se han rodado a partir de las siete de la mañana, con Gina Gershon ante la cámara, y posteriormente solo ha quedado acordonada una pequeña zona con cuatro filas de los icónicos toldos blanquiazules.

La playa ha quedado libre durante casi toda la mañana para miles de bañistas que huían de los 38 grados, mientras el equipo de Allen y Mediapro rodaba en la terraza del Café de la Concha, esta vez con Wally Shawn y unos cuantos figurantes, todos ellos controlados por el director de fotografía, Vittorio Storaro.

Unas sesenta personas protestaron en contra del rodaje con el argumento de que genera un crecimiento turístico "nocivo" y también por las acusaciones de abusos sexuales contra el director por parte de la hija adoptiva de su exmujer.

La concentración había sido convocada por siete colectivos: los feministas Groseko Asanblada Feminista, Medeak y Donostiako Bilgune Feminista, Ernai „las juventudes de la izquierda aberzale„ y organizaciones como Hotel+Ez, Garaipen y la plataforma Bizilagunekin.

La protesta finalmente no coincidió con el rodaje en la playa, que concluyó más de doras horas antes, pese a lo que los concentrados permanecieron en el lugar durante algo más de media hora, repartiendo pasquines y coreando consignas como Donostia no se vende o Woody Allen, fuera. En los carteles se leían mensajes como No alfombras rojas a los agresores o Tu turismo, mi miseria, entre otros En su manifiesto los convocantes rechazan "las ayudas y el trato de favor otorgado desde las entidades públicas a Mediapro y Woody Allen".