Un grupo de moteros sacudió Hollywood en el verano de 1969. Aquellos vertiginosos meses, que Quentin Tarantino retrata con singular maestría en Érase una vez... en Hollywood, tienen una entrada propia en todas las historias del cine gracias, principalmente, al trágico asesinado de Sharon Tate y al estreno de un modesto filme independiente que revolucionaría el cine americano: Easy Rider. La película, dirigida por Dennis Hopper y que ya había sido recibida con entusiasmo (y un premio a la mejor ópera prima) en el Festival de Cannes, llegó a los cines de Estados Unidos el 14 de julio de 1969, convirtiéndose en el éxito sorpresa de la temporada y lanzando al estrellato al propio Hopper y a los actores que compartían con él los primeros planos de aquella epopeya motera a través de una América desconcertada: Jack Nicholson y Peter Fonda. Este último, hijo del mítico Henry Fonda (y hermano pequeño de la también actriz Jane Fonda), falleció el pasado viernes, a los 79 años, en Los Ángeles (California).

Cuando llegó el papel de su vida, Peter Fonda rayaba la treintena y tenía en su bagaje un buen número de participaciones en series de televisión y alguna película de serie B. La más destacada: Los ángeles del infierno (del año 1966), del maestro Roger Corman, y en la que daba vida, asimismo, al líder de una banda de moteros.

Con un exiguo presupuesto que no alcanzaba los 500.000 dólares y un bosquejo de guion, la troupe encabezada por Hopper y Fonda se lanzó a la carretera con la idea de rodar "un viaje ácido". Tras varios meses de peleas y desencuentros, con mucho material improvisado, las expectativas sobre Easy Rider no eran las mejores. Pero la película fue una auténtica conmoción para la sociedad americana, que en la epopeya de aquellos moteros percibió el retrato más fiel de la contracultura y de esa juventud rebelde que se oponía a la guerra de Vietnam y acudía en procesión a Woodstock.

Fonda, convertido en un icono, rodaría desde más de un centenar de títulos, entre películas y series de televisión. Ganador de dos Globos de Oro y dos veces nominado al Oscar (la primera como coguionista de Easy Rider y la segunda por protagonizar El oro de Ulises), nunca reeditaría, sin embargo, un éxito como el filme de Hopper, que en España no se estrenó hasta 1974, bajo el título Buscando mi destino.

En los últimos años, Fonda, padre de la también actriz Bridget Fonda, luchaba contra un cáncer de pulmón, lo que no impidió que siguiese apareciendo, como secundario de lujo, en diversas películas.

Los pésames y reconocimientos públicos hacia el actor se sucedieron desde el pasado viernes en todo el mundo. "Actor, director, hombre amadísimo. Alma gentil, generosa, sabia", escribió sobre él en su cuenta de Twitter el cineasta mexicano Guillermo del Toro. En su mensaje, recomendó buscar Easy Rider, pero también Hombre sin fronteras, de 1971. "Ayudó a cambiar el cine, pero también vivió una vida llena de amor e hizo el mundo mejor", remató Del Toro sobre Fonda.

"Adiós a Peter Fonda, a una forma de entender la vida y el cine. Más allá del mito familiar, dibujó el esquema del rebelde de finales de los 60 y el outsider de los 70", resaltó también en Twitter Ángel Sala, director del Festival de Cine Fantástico de Sitges. "Dos películas míticas, biker movies anárquicas y eternas a ver una y mil veces: Los Ángeles del infierno y la hoy tan obligada Easy Rider... brindemos por Peter a ritmo de Steppenwolf", añadió en otro de sus mensajes.

"Adiós a un hijo de la contracultura americana, rebelde, hijo, hermano y padre de actores", destacó en Twitter el director Alfonso Albacete, quien se refirió a Fonda como "todo un referente, actor, guionista y productor" y a quien deseó "buen viaje".