La Espiga de Oro de la 64ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), en manos del director chino Wang Quan'an por Öndög (El huevo del dinosurio), simboliza la proyección y el cruce de fronteras de una filmografía que pide paso con una mayor proyección internacional. Öndög, ambientada en la inhóspita estepa de Mongolia, ha ganado también el premio a la mejor fotografía (Aymerich Pilarsky) captada en un paisaje y entorno geográficos habitados por una cultura al borde de la extinción, como ocurre con los protagonistas de un filme que funde géneros tan diversos como la comedia, el drama y thriller.

En la tierra natal de su madre, Quan'an situó en la fría e inhabitable estepa a un elenco de actores no profesionales para conferir un mayor grado de veracidad a una historia sin guión donde el amor, la vida y la muerte, las constantes vitales de hombres y animales están supeditados a los ciclos de la naturaleza.

La fotografía e infiltraciones etnográficas son propias de un documental si el largometraje careciera de esos toques de comedia e ingredientes cercanos al thriller, como es el asesinato de una mujer que pretexta para su discurso narrativo un director que forma parte de la sexta generación formada en la Academia de Cine de Beijing.

Hasta seis películas de la sección oficial obtuvieron alguna distinción por parte de los diferentes jurados, lo que pone de manifiesto el nivel parejo de todas ellas sin un aspirante claro o determinante en los pronósticos previos a la lectura del palmarés, este sábado en el Teatro Calderón, sede permanente de la Seminci.

Con la Espiga de Plata del certamen se alzó la cinta más laureada del festival de Valladolid, A vida invisível de Eurídice Gusmao (La vida invisible de Eurídice Gusmao), con la que Karim Aïnouz elogia la valentía de las mujeres que en el Brasil de los años 50 tuvieron la osadía de cuestionar la jerarquía masculina de la sociedad.