Con tiempo ahora para tomarse un respiro y analizar sus últimos proyectos, Mario Casas reconoce que una de las principales razones por las que aceptó el papel de Hogar, película que ha rodado para Netflix, fue "trabajar con Javier Gutiérrez: Todo lo que toca se convierte en oro".

La carrera del actor gallego Mario Casas es un no parar de rodajes, actos promocionales, entrevistas, sesiones fotográficas, estrenos, más rodajes y más promociones. Una frenética vida que estos días, como le ocurre a la mayoría de los españoles, ha sufrido un inesperado parón: "Es un momento para descansar y mirar un poco las cosas con distancia, para leer y elegir proyectos", reflexiona en una entrevista a Efe.

Uno de estos proyectos, el último que ha realizado, es la película Hogar, una de las pocas producciones de cine que logrará estrenarse el próximo miércoles día 25 gracias a que lo hace a través de la plataforma Netflix, con quien Casas ha firmado otros dos proyectos: la película El practicante y la serie El inocente.

Ambos proyectos, junto a la película No matarás (Movistar+), también pendiente de estreno, han convertido este año en uno de los más prolíficos y satisfactorios de su carrera: "Estoy muy bien y muy contento. He hecho este año buenos proyectos y cosas distintas que, al final, eso es lo que a mi me llena".

Centrando la conversación en Hogar, una película de los hermanos David y Álex Pastor ( Los últimos días) que hace una excelente radiografía de la sociedad y, sobre todo, de la cruda realidad del fracaso, Casas asegura llevarse de este " thriller psicológico puro" dos enseñanzas: trabajar con Javier Gutiérrez y conocer la realidad de las vidas "tocadas" por el alcoholismo.

A Casas no le importó que su personaje, Tomás, un exalcohólico que ahora vive una aparente vida de éxito y felicidad, no fuera el papel protagonista de Hogar dado que su interés estaba puesto en contar esa historia que los productores de Nostromo, con los que ya trabajó en Palmeras en la nieve y Contratiempo, le ponían en bandeja.

"Al leer el guion me gustó mucho, era un tipo de peli que me interesaba. Además, es un tipo de género que a mí me llama mucho", apunta Casas, quien, hablando de intereses y gustos de manera distendida, reconoce tener auténtica pasión por el universo Peaky Blinders.

En relación a Javier Gutiérrez, cuya mera presencia en las primeras lecturas de guion le generaba cierto respeto y nerviosismo, el actor se deshace en halagos hacia su compañero de reparto, con el que nunca antes había trabajado:

"Era de las cosas por las que, al final, también acepté el proyecto, por trabajar con Javi. Sabía que estaba desde el principio y es cierto que yo he tenido la oportunidad de, siendo joven, haber rodado ya con grandes actores y él era uno de los que me faltaba", reconoce. Y continúa: "Para mí es un referente. Trabajar con él, crear el personaje con él y vivir esta experiencia sabía que me iba a enseñar mucho. Creo que los actores jóvenes debemos aprender de los que están ahí, de los que llevan toda la vida y que son los grandes. Javi es alguien maravilloso, un tío excepcional y me ha hecho el trabajo muy cómodo".

El protagonista de Adiós no pierde la oportunidad para valorar el momento del actor de Campeones. "Es alguien muy trabajador y que está en un momento, como actor, muy bueno. Me parece que ha encontrado una conexión con él mismo y todo lo que toca se convierte en oro. Hace que todos los personajes sean de diez".

Casas alaba también el trabajo de los hermanos Pastor: "Me he encontrado a dos hermanos maravillosos, personas que realmente tenían muchas ganas de trabajar y que nos lo han puesto muy fácil". Y reconoce que uno de los retos más grandes en Hogar fue tratar con respeto el tema del alcohol. De ahí que se preparara el papel con esmero a través, por un lado, de conversaciones con psiquiatras y, por otro, del contacto directo y la convivencia con una persona que llevaba cerca de 20 años sin beber.

"Hubo una terapia que hice con él y con el psiquiatra que me ayudó bastante para crear el personaje y, sobre todo, para rodar secuencias de las sesiones de exalcohólicos", comenta.

Y como cierre a su experiencia, Casas cuenta que decidió coger algo de peso para el rodaje, "engordar un poco" con la intención ofrecer esa imagen de "padre de familia, un poco dejado", en cuya vida, a pesar de lo que digan las apariencias, no es oro todo lo que reluce.