El coronavirus va camino de modificar el orden mundial, al menos ya ha alterado la agenda de la monarquía británica, que cambia de hoja de ruta ante una crisis sanitaria sin precedentes. Isabel II y Felipe de Edimburgo pasan la cuarentena en el castillo de Windsor; Carlos y Camila se refugian en su residencia de Highgrove; Harry y Meghan se exilian en su Shangri-La particular de Vancouver y Guillermo y Kate se quedan con sus hijos, George, Charlotte y Louis, en el palacio de Kensington.

Con la situación actual, en plena expansión del virus, parece lógico pensar que el duque de Cambridge, segundo en la línea de sucesión al trono, después de su padre, ejercerá como representante de la reina mientras dure el aislamiento, tal como publica en The Daily Mail, Nigel Cawthorne, autor del libro Llamadme Diana.

"Por su edad, el coronavirus no entraña un grave riesgo ni para él ni para su familia, por eso es de esperar un papel mucho más activo estos días", asegura el periodista, buen conocedor de los entresijos de la monarquía inglesa.