El sambódromo de Río de Janeiro, el icónico escenario que cada año se viste de música y color con los desfiles del carnaval, deja atrás la fantasía y abandona la majestuosidad para acoger a los habitantes de calle que no tienen cómo resguardarse de la pandemia del coronavirus. A partir de ayer, la monumental estructura de cemento brindará resguardo y atención para unos 400 sin techo, que por vivir en las calles, sin higiene y con mala alimentación, son una población considerada de alto riesgo para el contagio de la Covid-19. La Pasarela Profesor Darcy Ribeiro fue construida por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer en 1984, y desde entonces el sambódromo es el primer espacio diseñado exclusivamente para los desfiles del carnaval más famoso.