Genes. Esa es la explicación que Ana Belén da a un aspecto que dista mucho de sus 69 años y no solo en su físico sino en su energía. "Tengo la suerte de que me siguen llamando", dice modesta en una entrevista antes de recoger hoy en Almagro el Premio Corral de Comedias en reconocimiento a su "conocido, importante y universal" trabajo teatral y a su dedicación a los clásicos hispánicos en verso, según la organización.

"Estoy muy feliz porque mi vida teatral ha estado muy ligada a Almagro, a su Corral de Comedias, el único espacio que había cuando hacíamos giras y que luego, de la mano del festival, empezó a tener todos esos teatros de ahora. Es una maravilla", asegura la artista.

Su debut en el teatro fue de la mano de su "pigmalión", su maestro y "segundo padre", Miguel Narros, con la obra Numancia, de Cervantes, que hicieron en el Teatro Español a mediados de los 60, un encuentro "vital" en su carrera. "Yo podría haber seguido por un camino que era un callejón sin salida: el mundo de los niños prodigio. Podría haberse destrozado mi vida, pero Narros me abrió un camino que no sabía ni que existía", relata. Su primera actuación no fue en el teatro, sino cantando: a los 11 años en la radio y grabó su primer disco a los 13.