A Berto Romero (Cardona, 1974) le conocimos en televisión como el sobrino de Andreu Buenafuente, una relación familiar que a muchos les sorprendió que no fuera cierta. Años después, volvió a jugar al despiste en Mira lo que has hecho, la serie en la que combinaba realidad y ficción para explicar las tribulaciones de una pareja de padres primerizos. El cómico acaba de poner punto y final a su trama con una tercera temporada.

La tercera temporada vuelve a incidir en las declaraciones sacadas de contexto, ahora por un chiste mal entendido. ¿Le obsesiona este tema?

El tema de los límites del humor es muy jugoso y muy troncal en mi trabajo, pero no lo habíamos tratado en profundidad hasta ahora. Una crisis de identidad de mi personaje, que es humorista, tenía que venir por ahí.

¿Siente que, como cómico, tiene que ir ahora con más precaución a la hora de hacer humor?

No siento más presión que antes, siempre he sentido la misma porque, en el ejercicio de mi oficio, he tenido muy claro que esto no es gratis, que el chiste tiene una complicación. El cómico siempre está rozando los límites de lo políticamente correcto que, al fin y al cabo, es el sentido común. Lo que sí que he sentido es que, en los últimos años, esto se ponía en primera línea y no siempre porque nos importara defender la comedia, sino para usarla como arma arrojadiza para subrayar las intenciones de determinadas agendas. La comedia siempre ha sido un campo minado y no lo digo tanto porque me haya pasado a mí, sino porque lo he visto en compañeros.

La serie también habla mucho de los miedos.

Yo creo que es la serie de un cagao. Todo son miedos: a no ser un buen padre, a equivocarte en el grupo de whatsapp, a no tomar buenas decisiones... Es un buen trabajo de psicoanálisis. Y eso está muy bien, porque cuando pones los miedos delante de un espejo, haces el ejercicio de entenderlos y librarte un poco de ellos, aunque parezca contradictorio.

Hacer una serie interpretándose a sí mismo ha sido terapéutico.

Totalmente. A veces pienso que esto que hago son mecanismos de defensa por si me pasan ciertas cosas. Así, si me meto en una polémica en las redes, puedo enseñar la tercera temporada de la serie y decir: 'Mira, todo lo que pienso de esto ya está aquí'.

En uno de los episodios vemos cómo descubre su personaje su vocación de cómico. ¿Cómo descubrió la suya?

Recuerdo que, de muy chiquitín, mi madre me pidió que fuera al colmado del barrio a comprar queso cortado fino. El tendero lo cortaba tan fino que se le escapaba el cuchillo y dejaba las lonchas a medias. Y yo le dije, sin intención de hacer un chiste: 'Mi madre me ha pedido queso cortado fino, pero no rallado'. Todos se echaron a reír y yo me di cuenta de que había hecho un chiste, aunque no entendía muy bien dónde estaba la gracia. Cuando volvía a casa pensaba: aquí ha pasado algo...

¿Le ha causado problemas en casa hacer una serie sobre su vida y su familia? Porque su hermano televisivo no sale nada bien parado...

Eso no provoca conflictos en casa porque ya me conocen. Mi hermano, en la vida real, es todo lo contrario. De hecho, es mi abogado, el tío más sólido que conozco en mi vida. Llama la atención que haga una serie diciendo que soy yo con un personaje que se llama como yo, pero a mí me da la sensación que eso lo hacen todos los directores.