Si algo no ha sido la vida de Elton John, de 73 años, es aburrida. Lo ha explicado él mismo en su libro de memorias, Yo, y también lo hizo en la presentación, el año pasado, de su biopic Rocketman: "En ese periodo de mi vida me comporté como un monstruo en ocasiones y fui completamente irracional". La película muestra la época más oscura de la leyenda de la música británica, un periodo de frenesí, sexo y drogas, a la que hace décadas quiso poner punto final.

Concretamente, esta semana ha celebrado 30 años de sobriedad y de su nueva vida sin tantos excesos. Y el autor de Candle in the wind lo ha compartido con sus fans en las redes sociales: "Reflexionando sobre este día mágico después de haber celebrado mi trigésimo cumpleaños de sobriedad", escribió en Instagram, junto a una foto en la que solo se le ve una mano y numerosas tarjetas de felicitación. "Tantas bellas tarjetas, flores y patatas fritas de mis hijos, David, amigos, personal de la oficina y de nuestros hogares". Y concluye: "Realmente soy un hombre bendecido. Si no hubiera dado el gran paso para pedir ayuda hace 30 años, estaría muerto".

En julio de 1990, Elton John ingresó en un hospital de Chicago para recibir tratamiento. En varias entrevistas ha recordado lo mal que lo pasó: "Traté de escapar dos veces porque los médicos decían lo que tenía que hacer. Eso no me gustó, pero era una cosa que debía aprender".

En una entrevista con The New York Times, dos años después de aquel episodio, recordaba: "Los dos primeros sábados, cuando hacía la maleta, me sentaba en un banco y lloraba. Al volver me preguntaban: '¿Vas a volver a tomar drogas y acabar matándote, o te vas a ir a otro centro porque no te gusta la forma en que alguien te ha hablado aquí?'" .

"Me di cuenta de que era mi última oportunidad", dijo entonces. Y tomó la decisión de dejar de lado la música para concentrarse en su recuperación.

El año pasado, en Variety, también contó que después del tratamiento "la decisión más inteligente" que tomó fue la de tomarse un año sabático para acabar de recuperarse y volver a encontrar un equilibrio en su vida. "Cuando sales del tratamiento, es como renacer. Estás tan despojado y completamente vulnerable. Es como empezar de nuevo la vida con un nuevo libro de reglas para vivir. Sentí inquietud acerca de cómo podría volver a hacer algo".

Pero vaya si lo hizo. En 1992 lanzó The One y un año después conoció al cineasta canadiense David Furnish, que hoy es su marido y también padre de sus dos hijos, Zachary y Elijah. En 1994 se alzó con el Óscar por la canción de El rey león. Y así hasta hoy, que continúa con su fructífera carrera.

Este año solo le ha detenido el coronavirus; por culpa de la pandemia ha tenido que posponer hasta el próximo verano su gira de despedida Farewell Yellow Brick Road, con la que tenía previsto recalar en octubre en el Palau Sant Jordi de Barcelona.