La pequeña Dalma, con su padre, en Nápoles. | // INSTAGRAM

“Para mí, ahora abre el cajón y se levanta”. Dalma Maradona estaba tan acostumbrada a los milagros de su padre que hasta se atrevió a imaginar lo imposible: la resurrección. La muerte de Diego estremeció al mundo, pero ella vio cómo se desmoronaba el mundo personal que habían construido. Dalma tiene 33 años, una hija, Roma, y un perfil que la diferencia de los otros hijos reconocidos por el astro, su hermana Gianinna, y sus medios hermanos Diego Júnior, Jana y Dieguito Fernando. “Soy la primera Maradona con un título universitario”. Por estas horas se perfila como la voz cantante del disperso y contradictorio clan, incluso por encima de su madre y exesposa del extinto jugador, Claudia Villafañe.

“Que nadie se ponga ninguna medalla por sacar a Maradona de la droga, a mí me sacó Dalma”, llegó a decir alguna vez el padre sobre aquellos días del cambio de siglo en los que estuvo en coma. La primera de las hijas ha recordado más cómo, de niña, golpeaba la puerta del baño y, a gritos, le pedía al padre que saliera. A veces lo esperaba de madrugada en la puerta de su casa para taladrar con los ojos al hombre que volvía drogado y de juerga. Se recuerda también haciéndole preguntas sobre su enfermedad que lo dejaban sin respuestas. Pero jamás aceptó el papel de salvadora personal. “No fui solamente yo, sino Gianinna y mi mamá también”, asegura.

Dalma se graduó en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), en la carrera de Teatro. Actuar le permitió desdoblarse y poder mirar al mito desde otro lugar, el escenario. Ocho años atrás fue protagonista y autora de La hija de Dios. El biodrama le permitió mostrarse ante los demás desde un lugar descarnado. Sobre tablas, Dalma dijo las mismas cosas que debió pensar al observar el cuerpo inerte del padre. “Te debo una disculpa grande como una casa porque te exigía más de lo normal, porque te retaba sin entenderte, porque te hacía llorar cuando no quería darte un beso”.

Ella actuó y escribió como si se tratara de una ofrenda. “Yo, si me muero, quiero volver a nacer y quiero volver a ser hija de Diego Armando Maradona. Que no es Dios, es mi papá”. El público pudo entonces adentrarse en pliegues del universo Maradona entre el asombro y la compasión. Cuando Dalma cumplió 12 años, su padre la llevó a la calle para mostrarle el regalo que le había hecho: era un auto lujoso. “Papá, no sé manejar (por conducir, en Argentina)”, le dijo. “Bueno, que lo manejen tus amigos”, le dijo él, y fue la adolescente la que tuvo que reponer el sentido común. “Papá, mis amigos también tienen 12 años...”, dijo.

El libro y el teatro la ayudaron a elaborar su condición de hija de Dios. Pero hubo un momento en que le tocó tomar partido en la disputa que Maradona le entabló a Claudia Villafañe. De repente, el padre disparó con su lengua filosa al corazón de sus sentimientos. “De papá prefiero no decir nada, porque es abrir una puerta que después no me banco [soporto]”, dijo en el 2018, como si estuviera reescribiendo su propio libro.

Dalma nunca cortó lazos con Diego. A su modo estuvo siempre presente, aun a costa del entorno que, suponía, aceleró su perdición. Durante los últimos días, acaso entreviendo el desenlace, exigió a ese círculo que lo blindaba que no lo dejara caer. El fallecimiento la ubica ahora frente a circunstancias impensadas. La justicia busca esclarecer las circunstancias del deceso y ella, a la cabeza de sus hermanos, medita si se presentará ante los tribunales como damnificada.

El domingo pasado, Dalma fue al estadio de Boca Juniors y ocupó el palco que tenía Diego. Su equipo jugaba con Newell’s Old Boys. Edwin Cardona anotó su gol y fue, con sus compañeros, a festejarlo frente a ella, que no pudo contener la emoción y se anegó en su propio llanto. “¡Ya te extraño, pa!”, le había escrito unos días antes en su cuenta de Instagram. En las redes sociales le hizo una promesa que piensa cumplir: “¡Voy a aguantar acá, sin esa parte de mi corazón que te llevaste ayer con vos! ¡Estoy destruida pero voy a salir adelante! Espérame ahí. Ya nos vamos a ver, mientras voy practicando. La vida es un ratito así que nos vemos pronto”.