Si el pasado jueves Sophie era noticia por haber lanzado oficialmente un tema mítico de sus directos, Unisil, ayer lo era por algo mucho más triste: la productora electrónica y referente trans falleció en la madrugada a consecuencia de un accidente en Atenas, donde había estado viviendo. Según explicó su familia en un comunicado, “había escalado para ver la luna llena y se resbaló y cayó”. Tenía 34 años.

Nacida en Glasgow (Escocia) en 1986, Sophie Xeon (o SOPHIE, en mayúsculas) saltó a la fama a mediados de la década pasada con algunos temas de impacto: Lemonade, Hard y Bipp, del que Autechre acaban de entregar una remezcla. Nadie sabía muy bien quién era ella, de dónde venía, o cómo hacía lo que hacía.

Muy cercana a los artistas del colectivo PC Music, fue pionera de aquello que convenimos en llamar hyperpop: un pop electrónico hipereficaz pero extraterrestre, de voces de helio y sonidos exageradamente plásticos y artificiales. Eurodance, j-pop y k-pop reelaborados desde una vanguardia nada ajena a la emoción directa.

Sophie sonaba a futuro y grandes artistas se abrazaron a ella para progresar. Madonna empleó sus arpegios eufóricos en Bitch I’m Madonna. Cuando Charli XCX se cansó de tratar con una multinacional, estrenó sello propio con un epé grabado con ella: estelar Vroom vroom.

En 2017, Sophie decidió presentarse en sociedad como mujer trans en el vídeo de It’s okay to cry, primer avance de su primer y único álbum, Oil of every pearl’s un-insides, nominado al Grammy al mejor álbum de dance/electrónica. Atrás quedaban la opacidad y el misterio; delante, solo la libertad. “Ser trans significa alinear tu cuerpo con tu alma, con tu espíritu, para que los dos no se peleen uno con otro y luchen por sobrevivir”, dijo en una entrevista con Paper de junio de 2018.

“[Sophie] Se rebeló contra la sociedad estrecha y normativa siendo un triunfo absoluto, como artista y como persona”, escribió Christine and the Queens en Twitter tras conocerse la triste noticia de su fallecimiento. Entre los artistas que han querido rendirle homenaje hay desde un ídolo mainstream como Sam Smith a una rapera de vanguardia como Shygirl. Es la prueba del alcance de una artista sin igual, sin límites ni restricciones, a la que pudimos ver en el Sónar de 2018 y el Primavera Sound de 2019.