El Teatro Real sacará del foso a partir del próximo 13 de febrero a parte de la orquesta titular para llevarla a los palcos y así poder interpretar “con la densidad de sonido necesaria” la tercera parte del ciclo El anillo del Nibelungo de Richard Wagner sin renunciar a cómo lo escribió el maestro alemán. Como explicó el director musical Pablo Heras-Casado, se trata de una decisión que se ha tomado tras estudiar diferentes configuraciones desde el pasado mes de noviembre. La orquesta que requiere Sigfried es una de las más grandes en cuanto a personas, superando el centenar, y “en ningún momento se planteó otra solución”.

El hecho de que haya más de 100 personas hace imposible respetar en el foso los 1,5 metros de distancia de seguridad para la orquesta. La solución ha sido ocupar ocho palcos a ambos lados de los escenarios y reducir algo los instrumentos de cuerda —aunque manteniendo las seis arpas necesarias—.

En uno de los lados estarán las citadas arpas y un grupo instrumental de percusión aguda; al otro, metales graves (trombones y tubas) y cuatro trompetas. “Nunca lo hemos visto como un problema, sino como un reto de encontrar hallazgos que permitan sumergirse en el sonido de la orquesta de Wagner”, destacó Heras-Casado. El director musical calificó de “más ambicioso” este punto de vista en tiempos de pandemia, que permitirá ofrecer Sigfried’“en su totalidad y sin comprometer nada”.