El actor Tristán Ulloa, que el pasado año tuvo que ingresar en el hospital a causa del coronavirus, acaba de terminar el rodaje de Stoyan, película debut de Roberto Ruiz Céspedes, que lo devuelve al cine español tras más de una década ausente. “Es la primera producción española que hago en once años. La última fue Que se mueran los feos (2009), estoy eufórico, pensaba que ya no se iba a dar que me ofrecieran un personaje interesante; ya sabes el embudo que hay para determinadas edades, yo ya tengo 50 años y si es complicado para los chicos, para las chicas, ya ni te cuento”, afirma.

Ulloa, que pese a que nació en Francia pasó toda su adolescencia en Galicia, habla recién llegado de Bulgaria donde ha estado rodando el último mes y medio, un alejamiento que le ha venido “muy bien”. “Es complicado viajar, pero se agradece mucho salir de casa; en Sofía pasaron una etapa en noviembre con un confinamiento muy estricto y ahora la gente no lleva mascarilla por la calle y, cuando llegas a España, te asustas”, dice. Aunque el equipo de rodaje, “cumplimos todos los protocolos a rajatabla”.

Pese a no rodar películas en España en once años, Ulloa ha estado presente en los hogares españoles a través de series como Fariña, La catedral del mar o La caza. Tramuntana. No echa de menos los rodajes en cine porque trabajar para la tele, hoy por hoy, es igual de “bueno”.

Considera evidente que ha cambiado la forma de hacer películas y también de verlas. La sala a oscuras está “mitificada” y entrando en el terreno del romanticismo. “La gente no va al cine, y no lo echa en falta porque consume cultura de otra manera”, indica.

Su nueva película, tiene tres protagonistas, Marta Miláns (Maika) y dos Ulloas, Tristán (Israel), un inspector que se recupera de una depresión por una pérdida personal, y Max, su hijo de 11 años, que debuta en la interpretación en el papel de Stoyan, el niño de Maika que desaparece.