Cristian Quirante Catalán, más conocido como Alizzz, tiene mucho que celebrar estas Navidades en su casa de Castelldefels. Gracias a su labor de productor en El Madrileño, el último trabajo de C. Tangana, el pasado mes se alzó en Las Vegas con tres Grammy Latinos en las categorías de Mejor canción de pop-rock por Hong Kong, Mejor canción alternativa por Nominao y Mejor ingeniería de grabación de un álbum. Si eso no fuese suficiente motivo de orgullo, días más tarde se enteró de que el 31 de enero puede ganar un cuarto Grammy (de los de toda la vida) porque su nombre figura en la lista de candidatos a Mejor álbum latino alternativo. Y por si fuera poco, acaba de lanzar Tiene que haber algo más, su puesta de largo en formato elepé. “Todo es un poco abrumador, porque han pasado muchas cosas prácticamente a la vez, y me cuesta digerirlo; estoy en una montaña rusa en la que siempre está ocurriendo algo”.

Lejos quedan aquellos tiempos en los que, mientras ejercía de programador, intentaba labrarse una carrera en la industria recorriendo las cabinas y festivales del país o facturando temas propios estrictamente electrónicos. Estrellas como Becky G o Doja Cat, por citar un par, pronto confiaron en su talento innato para los ganchos instantáneos y reclamaron sus servicios como productor.

Pero en septiembre de 2019, tras años sin apenas descanso por la cantidad de encargos ajenos que recibía, decidió tomarse un respiro y rescatar una guitarra que tenía en casa. Así plantó la semilla de lo que sería Tiene que haber algo más. “En ese momento de parón surgió la primera demo y vi el hilo del que tirar. Se abrió una ventanita. Si hubiera seguido estando de gira, componiendo y produciendo a otros, hubiese sido imposible. En ocasiones debes frenar, no hacer nada, para que surjan esas nuevas ideas más creativas. De lo contrario, siempre estás en el hacer y no en el imaginar”, apostilla.

Lo que pocos sabían entonces es que a nuestro protagonista también se le daba bien cantar. “Claro que tenía inseguridades. De hecho, las sigo teniendo y las tendré. Por mucho que lleve tantísimo tiempo haciendo música, este ha sido un reto para mí. No obstante, desde el principio vi tan claro que esas composiciones tenían que ver la luz que, sin dudarlo, me tiré a la piscina”, asegura. De algún modo, cuando en 2020 presentó los adelantos de Todo me sabe a poco y El Encuentro (este último en compañía de Amaia), se sintió aliviado ante la buena respuesta del público. “Quería enseñar que se puede hacer un pop-rock con guitarras desde un punto de vista más vanguardista. Sentí la necesidad de escribir sobre las cosas que me emocionaban: la vida hedonista que he tenido siendo productor de electrónica y pinchando de noche, lo fugaz, lo instantáneo o el amor. Se podría decir que todas son la misma canción, pero eso me gusta, porque creo que le da empaque al conjunto”, confiesa.

En esta aventura no ha estado solo. Aparte de Amaia o Little Jesus, Rigoberta Bandini le acompaña en Amanecer, “una oda al mañaneo”, su favorita del lote. Tampoco ha faltado a la cita C. Tangana, con quien trabaja desde 2016. “Pase lo que pase, voy a seguir metiéndome en el estudio con Pucho porque es una de las cosas que más disfruto en el mundo”, afirma. Eso sí, de cara al futuro piensa seguir publicando discos en solitario sin dejarse obnubilar por el reconocimiento internacional: “Esto acaba de empezar. No es un pico de mi carrera, sino mi principio. Estoy tranquilo. Ha llegado un punto en el que tengo tres Grammy, mi propia casa y una vida artística establecida como para sufrir un estrés extra por buscar un éxito rápido. Voy a seguir los ritmos que me pida el cuerpo, dejando un poco de lado las voces que puedan venir de la industria discográfica. En definitiva, quiero hacer las cosas a mi manera”.