Dinero y miedo. Son los dos elementos que rodean la muerte por envenenamiento o de Isabel Suárez Arias, hace un año, en la vivienda madrileña de su sobrina, Arancha Palomino, y el marido de esta, el actor Luis Lorenzo, ambos investigados y en libertad con cargos. Porque el dinero y el miedo son los principales argumentos que se tiran a la cara las dos partes enfrentadas. Es en lo único que coinciden. Unos y otros se acusan de desear el dinero de la fallecida y de tenerla atemorizada.

El Juzgado número 9 de Arganda sigue instruyendo la causa por el presunto crimen. En él declaró la investigada. “Me llaman asesina porque todos querían el dinero de mi tía”. Al igual que su marido, ella niega cualquier implicación. Eso por lo que respecta al dinero. En cuanto al miedo, declaró ante el juez que Isabel Suárez tenía miedo a que sus familiares asturianos la metieran “en una residencia”, razón por la cual decidió marchar “por propia voluntad” a Madrid, a casa de su sobrina.

Ayer Arancha intervino en El programa de Ana Rosa y le dijo a Patricia Pardo: “Estoy todo lo bien que se puede estar cuando tienes la conciencia absolutamente tranquila, eres inocente y lamentablemente te ves envuelto en estas circunstancias”. Dijo también que “está harta de mentiras” y que dará una entrevista “más adelante”.

Por su parte, los hermanos de Isabel Suárez también sospechan que fue el dinero el que provocó el supuesto homicidio. ¿Cuánto? 60.000 euros en una cuenta corriente, otra cantidad que desconocen a plazo fijo, un piso en Grado (Asturias) y varias fincas rústicas de escaso valor en la localidad de Valduno, en el concejo de Las Regueras. Pero también hablan de miedo. El que, según aseguran, le tenía a su sobrina.

Arancha Palomino aseguró que su tía estaba enferma, que padecía demencia senil y que su salud se fue deteriorando “rápidamente” durante sus tres últimos meses de vida, precisamente los que vivió con ella y Luis Lorenzo. Aunque durante un tiempo fue ella la que atendió a la octogenaria, al cabo de un tiempo contrató “a una chica”, que era “la que le daba la medicación y la comida”. Porque, subrayó, su tía “nunca estuvo desatendida”.

Declaró que se enteró de la muerte de su tía cuando la llamó la cuidadora, mientras estaba en Asturias. Y explicó que si Lorenzo dijo a la policía que no permitiría su entrada en la vivienda sin una orden judicial fue porque Isabel Suárez ya estaba muy enferma y deteriorada y quería “preservar su intimidad”.

Según Palomino, la anciana mantuvo la cabeza “bien”, salvo en los últimos 15 días. Negó que hubiera estado incomunicada y que se le hubiera impedido utilizar el teléfono. Llamó a sus familiares en Asturias hasta que decidió dejar de hacerlo, aseguró.