Un enorme cuadro borroso preside la estancia en la que Tamara Falcó reúne a familia y amigos para contarles que quiere abrir un restaurante pop-up. La escena aparece en el primer episodio de La marquesa, el reality sobre su vida estrenado en Netflix, y transcurre en el salón de la mansión en la que vive su madre, Isabel Preysler.

Esta última se casó con Miguel Boyer en 1988. Boyer había sido ministro de Economía y Hacienda durante el primer Gobierno socialista de Felipe González. Años después, con él ya trabajando en la empresa privada (en el Banco Exterior de España), el matrimonio protagonizó un reportaje de 30 páginas en ¡Hola! en el que desveló los detalles de su nuevo hogar: 1.300 metros cuadrados en Puerta del Hierro.

El nombre de Villa Meona se lo puso Alfonso Ussía por el número de baños: 13. El periodista Juan Luis Galiacho, autor del libro Isabel y Miguel: 50 años de historia de España, describe la casa como un “símbolo de la decadencia socialista felipista”, cuyo origen está en el referido reportaje, de noviembre de 1992. “La ampulosidad y ostentación sorprendió a ciudadanos y políticos, que comenzaron una caza de la diva y un manifiesto desprecio al exdirigente socialista”, afirmó en El Confidencial.

Pero gracias al despliegue de ¡Hola! podemos saber qué cuadro se oculta tras los píxeles de Netflix. El tapizado de los sillones ha cambiado, pero el resto del mobiliario y la obra permanecen intactos. Es una obra de Antoni Tàpies, tal y como reseñó la revista. Preysler lo mostró en otra ocasión en su Instagram y el deficiente pixelado del documental confirma que sigue ahí.

“Parece un cuadro de principios de los 60”, confirma Antoni Tàpies hijo, presidente de la fundación que gestiona el legado del artista. “Mi padre trabajaba mucho con mármol y barniz. Lo mezclaba y hacía incisiones y marcas antes de que se secara. Por lo que veo en la foto, es esa técnica”. Tàpies hijo no reconoce la obra a través de las fotos ni cree que fuera un regalo de su padre a Boyer o a Preysler. “No sé de dónde salió, de nuestra parte no. Me imagino que lo compraron —afirma—. Y seguro que está catalogado”.

Hay otra escena, en las bambalinas de El hormiguero, programa en el que colabora Falcó, en el que también aparecen cuadros borrosos. Algunos usuarios han especulado en las redes con la posibilidad de que pixelen el Tàpies sobre todo para evitar su robo. Pero la mansión de Preysler, en la que su hija vivió hasta los 40 años, ha salido muchas otras veces en los medios La propia Tamara respondió a la duda sobre el cuadro en una charla en Los 40: “En Netflix necesitas derechos para todo y ahora tampoco te lo puedo decir, a ver si nos lo roban”, dijo entre risas.

Al parecer, si un anuncio, una revista o una serie quieren reproducir la obra de un representado, tienen que pasar por caja. Antoni Tàpies lo está, pero la productora Komodo y Netflix no han querido pagar lo que toca: entre 900 y 1.800 euros. La plataforma tampoco ha respondido a una solicitud de información al respecto.