La actriz y cantante Olivia Newton-John (Cambridge, 26 de septiembre de 1948-Santa Bárbara, 8 de agosto de 2022) falleció este pasado lunes a los 73 años en su casa del sur de California, según informó su marido, John Easterling, en sus redes sociales. “Olivia ha sido un símbolo para el triunfo y la esperanza durante más de 30 años, en los que ha compartido su experiencia con el cáncer de mama”, indicó el esposo, quien pidió que “en vez de flores” sus fans y simpatizantes hagan sus donaciones a la Fundación Olivia Newton-John, dedicada a la investigación de la medicina vegetal y el cáncer. Era la tercera vez que la intérprete padecía la enfermedad, que finalmente se llevaría a la icónica actriz, abanderada junto a John Travolta de las tendencias musicales de toda una generación.

La intérprete en la Ribeira Sacra.

Superó el cáncer de mama que se le diagnosticó en 1992 tras un largo tratamiento. Veinte años después, Olivia volvía a enfermar, pero esta vez lo mantuvo en secreto. En 2017, el cáncer regresó. La propia actriz explicó entonces que los médicos le habían diagnosticado un tumor en la base de la columna vertebral.

Dos años después, y en pleno proceso de tratamiento, Olivia Newton-John viajó a Galicia para ver a su hermana, que había comprado una casa en la Ribeira Sacra, donde residía junto a su familia. Su presencia en la localidad lucense de Pantón trascendió hasta las redes sociales, gracias a la naturalidad de la cantante, que posó en algunos rincones del pueblo, y compartió instantáneas con gente del lugar, como la hostelera del Mesón O Mosteiro, ubicado a unos metros de la plaza del Concello, donde la artista comió con su familia aquel mes de junio de 2019.

En su momento, hasta la revista ¡Hola! se hizo eco de la desconexión de la australiana en tierras gallegas y recogió, en un reportaje, el testimonio de Isabel, la propietaria del establecimiento: “Tomaron pulpo a la plancha con puré de zanahoria y apio, un surtido de carnes de la zona a la brasa y un postre variado”. La hostelera confirmó que “la hermana de Olivia tiene una casa por esta zona desde hace aproximadamente un año, pero ella es la primera vez que viene, nunca antes había estado”. Al parecer, la actriz se fue encantada del lugar. “No paraba de decirnos que era un lugar precioso y que nunca se lo había imaginado así, pese a que aquí vive su hermana y ya le había hablado de este sitio”, apostilló.

Sus anfitriones también tuvieron palabras de simpatía hacia ella. “Cenó bien, estaba contenta y demostró ser una mujer agradable y sencilla que buscaba tranquilidad. Me pareció una señora estupenda que se conserva muy bien y que no es la típica diva ni nada por el estilo”, reconocía entonces Isabel en la publicación de papel couché.

Esa fue la huella presencial que dejó la desaparecida artista en tierras gallegas, pero su vinculación con Galicia comenzó 36 años antes a esa visita, cuando un empresario decidió tomar prestado el título de una de sus películas, Xanadu (Robert Greenwald, 1980), para poner nombre a una destacada discoteca de los 80 que pensaba abrir en el municipio pontevedrés de Mos. Este musical de 1980 estuvo protagonizado por la australiana en el papel de Kira, una de las hijas de Zeus y musa de las artes. La cinta fue un fracaso y estuvo nominada eternamente a los Premios Razzie como peor musical de todos los tiempos.

Xanadu costó 20 millones y hoy lleva recaudados solo un poco más de esa cantidad. Sin embargo, la banda sonora de la cinta conseguiría el disco de platino. La pegadiza canción Xanadu, interpretada por Newton-John y ELO, llegó al número uno de las listas y se convirtió en un bombazo.

La fiebre discotequera que se despertó entre la juventud española de finales de los 70 y principios de los 80 se debió en gran parte a la corriente travoltista de Fiebre del Sábado Noche o de Grease, la película que catapultó a John Travolta y a Olivia Newton-John al olimpo de Hollywood. Aprovechando ese tirón de la gran pantalla, el ocio en España encontró un rentable nicho de mercado en las grandes salas de fiestas.

Galicia se apuntó a esa tendencia y se abrieron macrodiscotecas en áreas cercanas a las ciudades, con servicio específico de autocares que iban llenos de entusiastas de la música y del baile, con una vestimenta específica que lucían bajo la sofisticada iluminación y el juego de luces de neón y brillo sobre la pista. En 1983 abrió una de las más importantes de España, inaugurada en el concello pontevedrés de Mos, solo tres años después del estreno de Xanadu. Tenía un aforo para tres mil personas.