Gustavo Dudamel: “La libertad está en la cultura”

Cuando era un niño en Barquisimeto Gustavo Dudamel ya dirigía la Orquesta Filarmónica de Nueva York. Lo hacía en su cuarto, con sus muñecos de peluche como sus músicos, parando las grabaciones para decirles qué habían hecho mal. La anécdota la recordaba el maestro venezolano ayer en el loado renovado teatro Wu Tsai del David Geffen Hall, el hogar de la orquesta neoyorquina en el Lincoln Center, para la que ha sido nombrado director musical y artístico a partir de la temporada 2026-2027. En un coloquio con la directora ejecutiva Deborah Borda que luego se abría a preguntas de los medios el director desde 1999 de la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela, desde 2009 de la Filarmónica de Los Ángeles y desde 2021 musical de la de París hablaba de aquel niño que “ha tenido oportunidad de tener este viaje maravilloso y llegar a una de las instituciones artísticas más emblemáticas del mundo”.

A sus 42 años afirmó que su nombramiento le “llena de orgullo” y que espera que sea referencia “para que las niñas y niños tengan la certeza de que los sueños se pueden lograr, con certeza, trabajo, disciplina y pasión”. Se confesó también “lleno de orgullo” por ser el primer hispano que alcanza esa posición por la que han pasado grandes como Gustav Mahler, Arturo Toscanini, Leonard Bernstein, Lorin Maazel o Zubin Metha.

Se acumulan las preguntas para Dudamel: sobre la línea de repertorio, sobre los cambios que puede realizar con su llegada al frente de una orquesta con la que debutó en 2007 y algunas recordaba que no las puede contestar aún, explicando que “es difícil llegar a un sitio y decir que harás esto y aquello, necesitas flexibilidad para aprender del sitio y de la gente”. Pero sí habló largo y tendido, aunque aún sin planes específicos, sobre la posibilidad de llevar a Nueva York el mismo espíritu educativo y de trabajo con la comunidad que ha hecho ya parte de su legado, desde Venezuela, donde él mismo es fruto de El Sistema, un programa creado por el maestro José Antonio Abreu (“un padre”), hasta Los Ángeles, donde puso en marcha la Orquesta Joven de Los Ángeles.

“Es parte de mi ADN trabajar con los jóvenes, con las comunidades, especialmente las desaventajadas, llevar la orquesta a la comunidad y no esperar solo que la gente venga aquí”, decía, subrayando la relevancia de “la música como herramienta de transformación social” y destacando su “dinámica educativa maravillosa”. “Las instituciones artísticas tienen que ser la identidad de la comunidad”, decía también. “No podemos limitar la dimensión de lo que hacemos a solo entretener, tiene un aspecto transformador”. Y ahí recurrió a Miguel de Unamuno: “La identidad que hay que darle al pueblo, a la gente, es la cultura. La libertad está en la cultura”.

Dudamel también mostró su convencimiento de que los artistas tienen una misión, “especialmente en nuestro tiempo”, y que se debe por ejemplo atraer la atención de la generación joven. “Hay que educar a la gente pero bien, no poniendo el arte en un pedestal sin acceso”, dijo.