Spielberg recibe en Berlín el Oso de Oro honorífico
“La pandemia me hizo pensar mucho en la vejez y la muerte, y ese miedo me hizo querer hacer ‘Los Fabelman”, confiesa en la Berlinale

Spielberg, antes de recibir el galardón en Berlín. | FOTO: REUTERS / UNIVERSAL PICTURES / Nando Salvà
Nando Salvà
Puede parecer contradictorio que la Berlinale conceda ahora un Oso de Oro honorífico a Steven Spielberg a pesar de que, a lo largo de las últimas seis décadas, ninguna de sus películas fuera considerada merecedora de competir en este festival; por otro lado, eso sí, reconocerle el lugar de privilegio que le corresponde entre los directores más relevantes de la historia no es incompatible con asumir que este no es el hábitat natural de su cine. A él, en cualquier caso, nada de eso parece importarle. “Recibir este galardón representa uno de los momentos álgidos de mi carrera”, afirmó ayer, horas antes de recibir la estatuilla. “Significa que debo de haber hecho algunas cosas bien. Premios como este me obligan a hacer algo que de otro modo nunca hago, que es mirar atrás en el tiempo para reflexionar”.

‘Los Fabelman’. / Nando Salvà
Lo cierto es que, a pesar de esas palabras, está demostrado que Spielberg lleva cierto tiempo inmerso en un ejercicio de introspección. Los Fabelman, la película que le ha proporcionado los dos primeros Globos de Oro de su carrera y que aspira a siete Óscar, no es sino una meditación sobre el trauma que sufrió en la adolescencia a causa de la muerte de sus padres, y de cómo el cine le salvó la vida. “Mi madre era una mujer que celebraba la vida cada día; sí le apetecía hacer algo, simplemente lo hacía”, recordó el director de clásicos como Tiburón (1975), E.T. el extraterrestre (1982) y La lista de Schindler (1993). “Durante años quiso que hiciera una película sobre ella, y solía decirme: “Te he proporcionado muchísimo material, ¿por qué no la haces?”. La pandemia me hizo pensar mucho en la vejez y la muerte, y ese miedo me hizo querer hacer finalmente esa película”.
Aunque nunca de forma tan directa como en Los Fabelman, el de Ohio ha pasado toda su carrera hablando de familias rotas, matrimonios fallidos y niños huérfanos, incluso en películas tan aparentemente alejadas de esos temas como Loca evasión (1974) o Encuentros en la Tercera Fase (1977). “Nunca uso el cine conscientemente a modo de terapia pero, cuando eres un artista, todas las vivencias que llevas afloran y permean tu obra, aunque tú no lo pretendas. Y cuando yo hago una película, todo lo que soy se pone al servicio de ella”.
Spielberg define su trayectoria como “un tren bala”, un recorrido veloz e ininterrumpido entre cada película y la siguiente. Actualmente, sin embargo, lleva tiempo sin averiguar cuál será su próximo proyecto. “Mis dos películas más recientes han sido obras personales, porque antes que Los Fabelman hice West Side Story después de haberme pasado toda la vida queriendo rodar un musical”, explicó. “Pero desde que empecé a trabajar en una hasta que he acabado de trabajar en la otra no he tenido tiempo de pensar en qué hacer después, y por un lado esa falta de compromisos me hace sentir bien, pero al mismo tiempo la incertidumbre me aterra”.
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