La noruega ‘Dreams’ ‘roba’ el Oso de Oro de Berlín a la mejor película
Muchos de los galardones han recaído sobre películas superficiales, asépticas e intrascendentes
Nando Salvà
Aunque disparatada, la elección del largometraje noruego Dreams como ganador del Oso de Oro a la mejorpelícula funciona a modo de sinécdoque perfecta, en cuanto que representa con fidelidad lo que la Berlinale ha ofrecido en su 75ª edición. Última en estrenarse de las tres ficciones que componen la trilogía del director Dag Johan Haugerud sobre no se sabe muy bien qué —las otras dos son Sex y Love, ambas estrenadas el año pasado—, habla de asuntos como la confusión adolescente, la identidad sexual y la relación entre mujeres de diferentes generaciones con una superficialidad, una asepsia y una inanidad inconfundibles. Y esos tres calificativos sirven también para describir el conjunto de películas que este año han competido por liderar el palmarés del certamen alemán. Su nueva directora, Tricia Tuttle, asumió su liderazgo el pasado abril con el desafío de someterlo a una renovación, y su propuesta para lograr ese objetivo ha sido presentar una selección de títulos aspirantes al Oso de Oro que ha resultado tener escasa calidad artística y, sobre todo, demasiadas películas intrascendentes.
En todo caso, usando las 19 obras presentadas a competición este año se podría haber completado una lista indiscutible de películas ganadoras, pero el jurado presidido por el cineasta Todd Haynes no ha dado una a derechas, o casi, a la hora de confeccionarla. El segundo galardón del palmarés en importancia, el Premio Especial del Jurado, ha ido a parar a la magnífica parábola contra las tiranías y el edadismo O último azul, del brasileño Gabriel Mascaro, que en cualquier caso se va para casa con la sensación de derrota que deja quedarse a las puertas de obtener el reconocimiento que Dreams ha usurpado. El Premio del Jurado ha recaído en una película francamente tediosa, la argentina El mensaje, cuyo único mérito es su alusión velada al esperpento que supone la presencia de Javier Milei al frente del gobierno de su país; su director, Iván Fund, sin duda se inspiró en la relación del presidente con mediums especializados en comunicarse con mascotas.
El galardón a la mejor dirección ha recaído en el chino Huo Meng por su drama de época Living the Land a pesar de que su destinatario lógico habría sido Richard Linklater por el extraordinario manejo de los espacios, los personajes y el espacio que ofrece en Blue Moon; su película ha acabado llevándose un premio a la mejor interpretación de reparto para el británico Andrew Scott.
El único trofeo repartido por la Berlinale que no admite pegas es el premio a la mejor interpretación principal recibido por Rose Byrne gracias a su trabajo en If I Had Legs I’d Kick You, demoledora reflexión sobre la maternidad en el que la actriz australiana ofrece una interpretación prodigiosa.
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