Si recibimos una invitación para asistir a un enlace hay una pregunta inevitable que nos vendrá a la cabeza: ¿qué me pongo? Lo esencial es fijarse bien dónde se va a celebrar la boda, qué tipo de ceremonia va a ser, de qué carácter (civil o religiosa), cuánta gente asistirá?

Tanto si somos la madre, como la hermana o la amiga de uno de los contribuyentes, asistir a una boda es una prueba de fuego. Para ello, la diseñadora Matilde Cano nos desvela sus secretos para superar ese duro examen de estilo.

Aunque se imponga el protocolo, la primera premisa es en ser fieles a nuestros gustos. Únicamente de esta forma, desprenderemos el aura de seguridad, imprescindible para resultar elegantes.

En este caso, Matilde Cano aconseja prescindir de los tacones (sí, sí, os prometemos que se puede) y optar por una sandalia plana. Cambiaremos el skinny dress por algo más vaporoso. La norma no escrita nos recordaría que por la mañana no debemos usar un largo que supere las rodillas, pero para una boda en clave campestre una falda a los tobillos o un vestido ligero son una elección impecable. En cuanto a los estampados, las flores acompañaran perfectamente este look.

Hablamos de una boda clásica

Primaran los tonos neutros, alejándonos de los flúor y los excesos, y nunca, nunca, usaremos el blanco o el negro totales como aliados. ¿Los complementos? Bienvenidas al universo de los tocados, guantes y bolsitos de mano. Estos son los que marcaran el sello de nuestro carácter.

Importante: debemos respetar los largos. Podemos jugar con minifaldas (basta mirar a Eva Longoria o Audrey Hepburn en sus respectivas bodas), sin embargo, intentaremos no sobrepasar la medida de la rodilla por la mañana. Y, dentro de la iglesia, mantendremos los hombros cubiertos. Tranquilas, las opciones no se acaban en el chal. Un mantón de Manila o una americana masculina pueden desarrollar sus funciones con nota. El guiño: los años 20 pisan con fuerza. Inspírate en ellos y darás con la tendencia.

En un castillo junto al mar

De noche, todos los gatos son pardos. Blanco y negro aceptados, aunque mejor en conjunto. Largos, aceptados también. Y tacones infinitos, aceptadísimos. Eso sí, iremos siempre acordes a nuestra edad y complexión física. Las cinturas altas crean piernas interminables y los vestidos ajustados pueden hacer una silueta espectacular pero, ¡ojo! No dejemos que se conviertan en nuestro enemigo.