Las personas con trastornos mentales y enfermedades cardiovasculares, endocrinas o renales, son los pacientes con situaciones clínicas más vulnerables a las altas temperaturas que puede provocar una ola de calor, según las recomendaciones Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), dependiente del Ministerio de Sanidad, y que acaba de publicar el último Plan de Prevención de Efectos de Altas Temperaturas.

Ola de calor

Durante las olas de calor, el riesgo relativo de muerte de los pacientes con trastornos mentales se ve aumentado, en término medio, en más del 30% y en ocasiones del 200%. El aumento de riesgo procedería de una vulnerabilidad fisiológica, ya que los neurotransmisores implicados en la regulación de la temperatura interna entran en juego en procesos patológicos como la esquizofrenia, la depresión y el consumo de drogas.

El aumento de riesgo también resultaría de una insuficiente toma de conciencia del peligro que representa el calor, lo que puede conducir a unos comportamientos inapropiados. La edad avanzada asociada con trastornos mentales o cognitivos, también aumenta el riesgo.

Además, hay que tener en cuenta que entre los principales factores de riesgo agravantes pero no desencadenantes de patologías ligadas al calor, se encuentra el consumo de algunos medicamentos, principalmente los neurolépticos, sales de litio y algunos antidepresivos.

No hay que olvidar que la falta de sueño puede ser el primer síntoma de una patología asociada al calor, que no conviene tratarla como un trastorno del sueño; asimismo, el exceso de asociaciones medicamentosas (de psicótropos, pero también de otras clases, como los diuréticos) puede aumentar el riesgo en personas mayores.

Sanidad recomienda localizar e informar a las personas con riesgo y favorecer la inscripción de estas personas en el ayuntamiento, en sus servicios sociales, con el fin de solicitar visitas periódicas (de voluntarios o de profesionales) en caso de ola de calor.

Y durante la ola de calor limitar el esfuerzo físico, atención a la vestimenta, a la exposición al sol, sobre el peligro del periodo entre las 11 horas y las 21 horas, sobre las bebidas y medios para refrescarse; verificar que la persona está atendida.

Patología cardiovascular

Los pacientes que presentan una patología cardiovascular conocida son susceptibles de desestabilizarse en caso de deshidratación o de condiciones extremas.

En el caso de los pacientes que se benefician de tratamientos que tienen una influencia directa sobre la volemia, como los diuréticos, los inhibidores de la enzima conversora de angiotensina (IECA) o los antagonistas de los receptores de la angiotensina II, recuerda que de forma aislada o en asociación, el conjunto de estos tratamientos puede inducir una hipotensión arterial y/o insuficiencia renal.

En consecuencia, es necesaria una atención especial en estos pacientes, con el fin de buscar cualquier sospecha de signo clínico de deshidratación y/o hipotensión ortostática.

Deberá realizarse una exploración sistemática de un posible deterioro de la función renal, con medición de la creatinina plasmática y de su aclaramiento, de la urea en sangre y de la potasemia.

Los pacientes tratados con agentes antiarrítmicos deben tomar precauciones ante toda sospecha de modificación clínica del ritmo; asimismo, recuerdan que el conjunto de pacientes con patologías cardiovasculares, en general son polimedicados, ancianos y personas con patologías asociadas, como la diabetes o la insuficiencia renal, por lo que se debe tener mayor control sobre las mismas.

Patología endocrina

Las enfermedades endocrinas y metabólicas, incluso las tratadas, son susceptibles de desestabilizarse en caso de deshidratación; a la inversa, constituyen un factor de riesgo de complicaciones asociadas al calor.

Es el caso de la diabetes mellitus tipo 2, patología muy frecuente en los ancianos, es la que ocasiona frecuentemente más complicaciones. En caso de deshidratación, la glucemia aumenta y posteriormente, la glucosuria agrava la pérdida hídrica de origen urinario.

En caso de ola de calor, está recomendado multiplicar los controles glucémicos de los pacientes diabéticos (glucemias capilares), principalmente en los ancianos con muchos factores de riesgo. Debe asegurarse la rehidratación, prohibiendo las bebidas azucaradas y los zumos de fruta.

El tratamiento de la diabetes debe ser reforzado, si fuese necesario, recurriendo a la insulinoterapia. En los pacientes con diabetes mellitus tipo 1, se recomienda una vigilancia estricta de las glucemias capilares y una adaptación terapéutica cuando se necesite.

Asimismo, hay que tener especial cuidado con el hipertiroidismo no tratado altera la regulación térmica del paciente y deja al paciente más frágil a los efectos de la canícula; la hipercalcemia, cualquiera que sea su causa, también son sujetos de riesgo, ya que durante una deshidratación, la calcemia aumenta y aparecen las complicaciones cardiacas y neurológicas; y con la insuficiencia suprarrenal, ya que el calor representa un estrés y una fuente de pérdida de sal, que puede requerir una adaptación del tratamiento sustitutivo.

Patología unefrológica

Durante los fuertes calores, el riesgo de aparición de patologías como las infecciones urinarias o el cólico nefrítico, parece elevado debido a la deshidratación, y por ello conviene que prestemos vigilancia.

Conviene estar muy vigilante con los pacientes afectados de enfermedad renal crónica no dializados, con o sin insuficiencia crónica. Sobre todo, deben consultar con su médico en caso de signos de fatiga no habituales.

En los pacientes dializados a domicilio, mediante hemodiálisis o diálisis peritoneal, hay que recomendar al

principio del verano ser vigilantes durante el periodo de canícula respecto al control del peso y de su presión arterial, que consulten a su nefrólogo en caso de peso pre-diálisis inferior al "peso seco", o de disminución marcada de la presión arterial.