Los colegios españoles deberían prohibir el uso del móvil para mejorar el rendimiento académico, crear buenos hábitos y frenar el aumento de la adicción entre los adolescentes, según el psicólogo Marc Masip, que asegura que la demanda de terapias para tratar esta dependencia crecen un 300 % al año.

En una entrevista a Efe, con motivo de la publicación de su libro 'Desconecta' (Libros Cúpula), Masip, experto en adicción a las nuevas tecnologías, destaca que España es el país europeo con más adicción adolescente a la red: un 21,3 % de los jóvenes "enganchados", frente al 12,7 % de la media europea.

Dice que se debe a que no existen normas estatales para prohibir y regular su uso y no duda en asegurar que el móvil es "la heroína de nuestra época", al recordar que "hasta que murió mucha gente, gustaba a los jóvenes, les enganchaba y nadie les había dicho que les iba a matar".

El experto reconoce que la adicción al móvil no es una patología declarada, ya que no la ha reconocido, "aún", la Organización Mundial de la Salud (OMS), como sí ha hecho con los trastornos causados por los videojuegos, aunque espera que lo haga en breve, porque "es una enfermedad social enorme".

Lo constata el hecho de que se estén tomando medidas contra esta adicción en las familias y en los colegios y de que en su gabinete haya unas 300 familias en terapia, lo que califica de "barbaridad".

Pese a estas cifras, es optimista en cuanto a la solución del problema: "Se sale de la adicción y con éxito en un 90 % de los casos", asegura, pero advierte de que es un tratamiento de entre seis meses y tres años.

Reconoce que el término que mejor define ahora este abuso del móvil es "nomofobia", acuñado en el Reino Unido para conocer el nivel de ansiedad que genera su utilización.

Apuesta por un régimen sancionador para combatir el abuso de la utilización del móvil en España y alaba la ley francesa que prohíbe a los estudiantes utilizarlos en los centros.

"Ni lo necesitan ni les viene bien", aprecia, y hay que crear el buen hábito de que en las horas de estudio no hay que usar estos teléfonos, subraya.

"Dirán que hay que formar y educar en el buen uso del móvil. Suena muy bonito, pero ni estamos haciéndolo ni consiguiéndolo", asegura Masip, quien tiene claro que no se debería usar antes de los 16 años.

Es la edad en la que fija la madurez mental necesaria para poder utilizar "una maquina de este calibre" y, además, dice que "antes los menores no necesitan un 'smartphone' para nada".

Y es que, asegura, el peligro del abuso del móvil -los adolescentes lo consultan cada 7 minutos- no se detecta fácilmente, porque "todos lo hacen, no deja resaca y no produce daños físicos en un primer momento".

Pero a largo plazo, sí, advierte Masip, como el descenso del rendimiento escolar y laboral, cansancio, malestar y aumento de la irritabilidad.

"Desconecta" es un manual para el buen uso de las tecnologías en el que recomienda su "dieta digital" para superar la adicción al móvil.

Algo que no es fácil de reconocer para el adolescente ni para los padres, con los que recomienda "ser un poco 'cañero', porque es importante que se den cuenta de la situación", ya que, destaca, siempre les cuesta asumir que "su hijo no es el hijo que han dibujado en su mente".

En este sentido, alerta sobre el uso del móvil como moneda de cambio para premiar o castigar y aboga por normas familiares aplicadas de forma estricta.

Según sus datos, un 75 % de la población mundial reconoce tener dependencia del móvil, por lo que tanto a menores como a adultos recomienda la citada "dieta digital".

Dormir con el móvil apagado, no usarlo cuando se está acompañado, utilizarlo solo para comunicarse y no hacerlo más de dos horas al día son algunos de los consejos del método de Masip, entre los que destaca el de ponerse en manos de un profesional, cuando haya un problema.