El pie es un elemento clave en la salud de la persona y generalmente solemos descuidarlos bastante. Especialmente es importante en las edades avanzadas porque, si se goza de buena salud en esta parte del cuerpo, las personas mayores dispondrán de una mayor autonomía física, lo que a su vez repercutirá en su estado general de salud.

"Se trata de una estructura que soporta la cuarta parte de los huesos del cuerpo humano y requiere de un mantenimiento continuo. Su estado influirá en muchas enfermedades. Con pequeños hábitos de higiene, y con un control periódico del podólogo, se podrían reducir muchos problemas", subraya en una entrevista con Infosalus el profesor de la Facultad de Enfermería y Podología de la Universidad de A Coruña, Daniel López.

Así, un estudio de la Universidad de A Coruña, en el que ha trabajado López, pone de manifiesto que la enfermedad de Alzheimer muestra una marcada presencia de cambios fisiológicos y el inicio o el agravamiento de enfermedades subyacentes, como la fragilidad física en diversas regiones anatómicas.

Se cree que esta enfermedad tiene un efecto particularmente dañino en la salud del pie. De hecho, de este estudio se desprende que el 89,04% de los casos de las personas con Alzheimer sufre de problemas en sus pies, y casi el 70% utiliza un calzado inadecuado.

"Se trata de una población vulnerable porque las enfermedades neurodegenerativas representan la tercera causa de discapacidad a nivel mundial", recuerda López. Este experto señala que el Alzheimer se caracteriza por una pérdida progresiva de neuronas, ya que se genera atrofia a nivel cerebral y, en consecuencia, se pierden condiciones de salud a nivel físico y mental.

Por ello, apuesta porque, a nivel del pie, se favorezcan una serie de hábitos básicos de cuidado que puedan facilitar la autonomía y el movimiento a las personas enfermas de Alzheimer, que les permitan mantener una posición erguida y realizar sus tareas cotidianas.

"El pie, como parte del cuerpo, va a facilitar el control, y va a evitar la degeneración a nivel cerebral. Se conoce que en la actualidad caminar 30 minutos al día mejora la cognición, así como el pensamiento más creativo, ayuda a mantener una mayor autonomía, y por tanto, evitar el declive de enfermedades o las demencias y el Alzheimer", remarca este especialista.

Hábitos a seguir

El también profesor de la Facultad de Enfermería y Podología de la Universidad de A Coruña ve fundamental por tanto que las personas con problemas neurodegenerativos, vinculados a problemas de tipo genético, o con antecedentes, acudan al especialista cuanto antes para evitar así la degeneración progresiva de las personas que padecen esta enfermedad.

López ve recomendable a su vez que, a nivel general, todas las personas, y más concretamente las personas que padecen Alzheimer, acudan de manera regular al podólogo, y como mínimo una o dos veces al año, para valorar qué postura es óptima, así como estudiar los grupos musculares a nivel del pie. "Hay que comprobar que todo lo que es el tema articular y muscular funciona de manera adecuada, básicamente para mejorar el desplazamiento de estas personas", remacha.

Insiste también en que una de las grandes opciones a la hora de evitar el deterioro cognitivo está relacionado con el caminar. "Para ello hay que tener los pies en buen estado, para mantener un buen estado de la estructura muscular. Si los tenemos así esto va a facilitar el controlar nuestra salud a nivel mental, a nivel físico, y a nivel social", apostilla el profesor López.

A su vez, recuerda que socializar y realizar tareas participativas genera neurogénesis o creación de nuevas neuronas que eviten el deterioro progresivo de las mismas, y la aparición de la temida atrofia cerebral. "Esto se combate con ejercicio aeróbico vinculado al caminar. Y para caminar hay que encontrarse en un buen estado, gracias a un buen calzado que ayude igualmente a evitar caídas", precisa el podólogo.

Con la edad el cuerpo también envejece, no sólo nosotros echamos años a nuestra mochila, y principalmente tienen lugar cambios en los miembros inferiores, en las piernas y en los pies. "Por ello, es fundamental evitar ese deterioro de la fuerza muscular a nivel del pie y de la pierna, básicamente para evitar uno de los grandes problemas de la población anciana, las caídas", indica López.