Muchas veces pegar ojo es todo un reto. Dormir la noche entera supone un sueño inalcanzable para millones de españoles. Algunos tienen un horario laboral nocturno, otros turnos rotativos, hay quienes padecen enfermedades que les privan de un descanso reparador€ Las circunstancias tienden a infinito y, por ello, las pautas para dormir de un tirón dependen en buena medida de las características de cada persona. A continuación, algunas tácticas (curiosas) para conseguir un descanso profundo y reparador, además de inmediato.

Enfriar la habitación

En ocasiones, una temperatura inadecuada fastidia el sueño. Enfriar la habitación, hasta que la temperatura oscile entre los 15 y los 19 grados, es uno de los trucos más recurrentes. Al descender la temperatura exterior, el cuerpo siente que debe disminuir la actividad metabólica y se relaja. Pocas cosas hay más agradables que la sensación de meterse en la cama con las sábanas frescas y taparse hasta arriba.

Calcetines sí o calcetines no

En las épocas más frías del año, cuando la temperatura corporal desciende entre uno y dos grados durante la noche, los calcetines aumentan la temperatura corporal. Es decir, actúan como termorreguladores y, por tanto, ayudan a conciliar mejor el sueño. Dicho de otra manera: calentar los pies provoca que los vasos sanguíneos se dilaten y que el cerebro interprete esa sensación como una señal de que llega "la hora de dormir". La Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos dice en su web que la dilatación de pies y manos ayuda a que el calor se redistribuya por todo el cuerpo y lo prepare para dormir.

La cama es sólo para dormir y para tener relaciones sexuales

Otras actividades, como tumbarse para ver la televisión, leer, revisar el correo o las redes sociales, ya sea con el móvil, la tablet o el portátil no ayuda a conciliar el sueño. Para dormir mejor al final del día, se recomienda no usar tales dispositivos electrónicos ni ver la televisión al menos media hora antes de meterse en la cama.

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Presta atención a lo que comes y bebes

Lo aconsejable es no irse a la cama ni con hambre ni tampoco sintiéndose muy lleno. De ahí que haya que evitar comidas abundantes un par de horas antes de acostarse para evitar que esa incomodidad te mantenga sin pegar ojo. Lo mismo sucede con el tabaco, la cafeína y el alcohol. Sus efectos estimulantes tardan varias horas en desaparecer y pueden afectar a la calidad del sueño.

Ponte unos horarios

Somos animales de costumbres y el sueño no es una excepción. Para conseguir dormir bien, lo mejor es organizarse. Es decir, irse a la cama a la misma hora cada día y procurar despertarse también a la misma hora, en la medida de lo posible. Esta especie de entrenamiento del cuerpo de cara al sueño contribuye, por un lado, a conciliar el sueño más rápidamente y a despertarse más frescos.

Cuidado con las siestas

¿A quién no se le ha ido de las manos alguna siesta? No obstante, hay que evitar que estos descansos sean excesivamente largos para que no interfieran con el sueño nocturno. Lo recomendable es que no superen los 30 minutos y que no se hagan al final de la tarde (a no ser que trabajes por la noche y sea una buena forma de compensar la falta de sueño).

Incorpora la actividad física a tu rutina

La actividad física regular, ya sea caminar, correr o nada, ayuda a dormir mejor. De hecho, mantenerse físicamente activo aporta beneficios clave de cara a tener un sueño reparador: cuando uno está cansado por el deporte se duerme más rápido, se consigue un porcentaje mayor de sueño profundo y, además, el número de veces que se despierta durante la noche es menor.