¿Quién dijo que una panza de siete meses impide entrenarse con intensidad? La futbolista estadounidense Alex Morgan demostró que hacerlo es más que posible cuando, en un reciente entrenamiento de su selección, corrió, fintó y pateó a gol como si su prominente barriga no existiera. "¡Aparte de mi mal pase, estar embarazada de siete meses no me ha frenado demasiado!", comentó jocosamente la Bota de Plata del pasado Mundial de Francia en las imágenes que ella misma difundió y que enseguida se hicieron virales en las redes sociales.

Morgan no disputó el partido en el que la campeona mundial selló su billete para Tokio 2020. Su avanzado embarazo lo desaconseja. Los deportes de contacto y de fuerte impacto implican un posible riesgo para la madre y el feto. No así el ejercicio que, a diferencia de lo que la leyenda urbana dice y mucha gente sigue aún creyendo, ginecólogos y otros especialistas recomiendan vivamente durante la gestación.

El entrenamiento de Alex Morgan. Vídeo: Youtube

"Si ver a una futbolista aún nos llama la atención, ver a una futbolista embarazada aún lo hace más; la creencia de que el embarazo es incompatible con el deporte todavía está bastante extendida", expone a EL PERIÓDICO el doctor Alberto Rodríguez, jefe del servicio de obstetricia de Dexeus Mujer.

Una vida activa

"A nosotros nos llegan muchas mujeres embarazadas que quieren hacer deporte, pero que tienen dudas porque su entorno les dice que no lo hagan", continúa.

"En general, nosotros les aconsejamos una vida activa y ejercicio adaptado al ritmo que su cuerpo les pida", añade. "Hoy en día, es una evidencia probada que el deporte disminuye el riesgo de sufrir diabetes gestacional y un embarazo hipertensivo y aumenta la percepción de salud de la embarazada".

Esto continúa extrañando en las que han hecho del deporte su profesión. En parte, porque hasta hace bien poco quedarse embarazada y ser madre representaba el fin de la carrera deportiva para la mayoría. "El beso de la muerte", llamó a esta realidad la estadounidense Allyson Felix cuando el embarazo de su hija Camryn le supuso una más que considerable rebaja en el contrato que tenía con Nike.

No es el único caso ni sucedió décadas atrás. Fue hace poco más de un año, en diciembre del 2018, cuando Felix ya era la atleta (mujer y hombre) con más medallas en la historia de los Mundiales. Meses después, tras denunciar el caso públicamente y desvincularse de la marca, la velocista regresó a las pistas y en el pasado Campeonato Mundial de Doha sumó dos oros más.

La velocista estadounidense se unió así a la lista cada vez más amplia de deportistas que decidieron ser madres y continuar con su carrera. En ellas figuran, entre otras, las ya retiradas Jessica Ennis-Hill (heptatleta), Lindsey Davenport (tenista) y Kerri Walsh Jennings (voleibol playa) y las aún en activo Shelly Ann Fraser-Pryce (velocista), Serena Williams (tenista), Liu Hong (marchadora) y Elena Congost.

Oro en el maratón de los Juegos Paralímpicos de Río 2016, la atleta catalana aprovechó las Olimpiadas -el periodo que va entre unos Juegos y otros- para ser dos veces madre. Y a cinco meses para Tokio 2020, se prepara para intentar repetir resultado en la capital nipona, al tiempo que cuida a las pequeñas Arlet y Abril.

Falta de ayuda

"Yo tenía claro que quería ser madre después de Río y también que no quería dejar de ser deportista de élite", cuenta Congost a 'El Periódico'. "En el primer embarazo no tuve la ayuda de ningún especialista y, como venía de un aborto previo y tenía miedo de que se repitiera, dejé de entrenarme. Cuando te quedas embarazada te tratan como si estuvieras enferma, te dejan de lado y nadie te aconseja", afirma tres meses después de haber dado a luz a Abril, su segunda hija, habiendo entrenado hasta el día anterior al parto.

"Por suerte en el segundo encontré a una profesional que me ayudó en todo el camino y disipó todos mis miedos y dudas. Tanto es así, que di a luz un sábado y el viernes aún estaba haciendo pesas y nadando en la piscina", ilustra, entre risas, quien fue también plata en los 1.500 de los Paralímpicos de Londres 2012. "La diferencia entre el primer embarazo, parto y posparto y el segundo fue brutal".

En tiempo, medió muy poco. Congost se quedó embarazada de Abril cuando Arlet tenía apenas seis meses. Pero el asesoramiento de Judit Capa le permitió encarar todo el proceso de una forma completamente diferente. "Lo que buscamos es que ella pudiera seguir entrenándose adaptando los ejercicios a cada etapa del embarazo, protegiendo el suelo pélvico y controlando la activación muscular. Una buena activación muscular facilita una recuperación posparto más rápida", explica a este diario Capa, licenciada en INEF y en fisioterapia y especialista en suelo pélvico y fisiosexología.

"Si el embarazo no es de riesgo, hacer ejercicio intenso no implica un riesgo para la madre ni para el bebé. Lo que hacemos es adaptar el ritmo a lo que pide el cuerpo, que es quien debe marcar los límites", continúa la experta al frente de Fisiomum.cat. Bajo su supervisión, Congost pudo correr hasta la semana 33 de embarazo. Lo hizo a un ritmo más bajo del habitual para ella, sin dejar el trabajo complementario de gimnasio ni la natación.

"En la semana 33, la barriga ya me pesaba mucho y me provocaba dolor en el pubis", señala la atleta catalana que, en el segundo embarazo, engordó nueve kilos frente a los 14 del primero. "En el primer y segundo trimestre de embarazo, pueden estar más activas. Tras la semana 27 o 28, ya empieza a ser más complicado", constata el doctor Rodríguez. "Hay cambios biomecánicos porque el centro de gravedad se desplaza y eso provoca a veces la lordosis de la columna que tanto vemos en las embarazadas. Por eso solemos recomendar ejercicio en el agua, pilates o yoga", prosigue.

Escuchar el cuerpo

Todo depende del estado físico del que parta cada mujer, como recuerda Judit Capa, que, sin embargo, alerta sobre el hecho de competir: "La competición puede ser peligrosa porque puede que la deportista deje de escuchar a su cuerpo y lo lleve al límite y eso no es bueno".

Aunque pocos, existen casos de deportistas que han competido al máximo nivel embarazadas, a veces sin saber que lo estaban. Como la noruega Ingrid Kriastansen, que ganó el maratón de Houston sin saber que llevaba casi cinco meses encinta.

Congost empezó a prepararse para hacerlo de nuevo tres semanas después de haber tenido a Abril y, tres meses más tarde, dice estar en mucho mejor forma que cuando hacía seis que había tenido a su primera hija.

"La recuperación de Elena ha sido muy rápida. Llegó al parto muy bien muscularmente y pudimos avanzar los procesos, también pensando en Tokio. La alimentación y el descanso tras el parto son básicos para después volver progresivamente a los niveles musculares previos", concluye Judit Capa.

Como señala un estudio encargado por el Comité Olímpico Internacional (COI) y publicado en el British Journal of Sports Medicine, "la edad fértil de muchas deportistas coincide con su pico de rendimiento deportivo y la planificación familiar se convierte en un reto. Así, una adecuada información sobre la posible influencia de un embarazo en su rendimiento es imprescindible para que tomar decisiones informadas".

Casi nadie, ni siquiera el COI, les proporciona esa información a las deportistas. Pero algunas se están moviendo para encontrarla y, con su ejemplo, contribuyen a normalizar la condición de deportistas mamá.