Cuando un ser querido cercano muere, padece una enfermedad grave, o los padres se separan, cuando atravesamos un proceso de duelo por estas tres situaciones por ejemplo, una de las cosas más difíciles a la que hay que hacer frente es el cómo podemos explicárselo a los niños.

Algunas personas optan por omitirlo, o no decirles toda la verdad pero, ¿hasta qué punto esto no es bueno? Se trata de una situación difícil para quien la vive porque, no sólo la persona adulta debe aprender a manejar su dolor, sino también el del niño. En una entrevista con Infosalus, la psicologa sanitaria experta en atender emergencias en grandes catástrofes Ana María Egido Mendoza reseña que sobre el duelo infantil existe un gran desconocimiento en la población general.

"Los niños están en un lugar muy desfavorable porque, por un lado, no tienen todavía desarrolladas las capacidades que les ayuden a entender el concepto de muerte, y por otro, los adultos no solemos estar lo suficientemente preparados para ayudarles a entenderlo y usamos estrategias erróneas, tales como 'evitar hablar del tema', o el uso excesivo de metáforas, que sólo sirven para confundirles más, y no enfrentarnos a la parte más dura: el carácter irreversible de la muerte", aclara.

En su opinión, los niños también necesitan elaborar las pérdidas y aceptarlas como los adultos. "El problema está en que ellos, por ellos mismos, no pueden ser conscientes de la pérdida de esa persona, no saben qué significa perder a ese ser querido, por eso la responsabilidad del adulto es acercarle esa información y, dependiendo de su edad, se podrá decir de una forma u otra", aconseja la también psicoterapeuta en El Prado Psicólogos (Madrid).

Con motivo de la publicación del libro 'Duelo y resilencia. Una guía para la reconstrucción emocional' (Oberón), de la que es coautora junto a la también psicóloga Rosario Linares, Egido subraya que lo que no hay que hacer es como si nada hubiera pasado porque, aunque sean pequeños, ellos también perciben que esas personas no están, así como los cambios en su entorno, ven a sus padres más tristes o más enfadados, o por ejemplo cambios en sus rutinas.

"En las familias en las que hay una pérdida importante hay repercusiones importantes, no se reúne todo el mundo, no es la misma alegría, y todo se percibe. Si muere el padre o la madre, por ejemplo, o ambos, la vida del niño cambia y mucho algunas veces. Igual le tienen que cuidar otras personas a partir de ahora. Ellos reciben de un sitio u otro esa información, no les pasa desapercibida. Por eso la responsabilidad del adulto es acercarle la pérdida de esa persona", insiste la también psicóloga general sanitaria.

Así, no hay que mentir ni hacer como si nada, aunque advierte de que tampoco se les debe dar más información de la que ellos pueden gestionar, ya que a su juicio no aporta más valor a la situación, y puedes hacerles más daño. "Hay que hablarles a su nivel, con un lenguaje a su medida", aconseja.

Si existen creencias en la familia ve bueno hacer uso de ellas, aunque sin colocar la parte espiritual desde el principio. "El niño debe entender qué es la muerte y su carácter irreversible. Después se les pueden añadir las creencias religiosas en caso de que las haya", añade la especialista de El Prado Psicólogos.

Asimismo, la experta destaca que, como a todos, a los niños también puede llevarles un tiempo el asimilar la noticia, e insiste en la necesidad de no reprimir sus emociones, de que se sientan libres. Aquí aconseja que los padres deben mostrar sus sentimientos a sus hijos, sin llegar al límite de un llanto desbordado y descontrolado, algo que puede darle mucho miedo a los pequeños porque ven amenazada su supervivencia.

Igualmente, recomienda dar a conocer la noticia a los niños sin miedo, aunque obviamente con dolor, desde el convencimiento de que estamos preparándoles para algo que es inevitable y que nos va a ocurrir a todos. "La pérdida es algo a lo que se va a tener que enfrentar muchas veces y de diferentes maneras a lo largo de su vida porque, más allá de la muerte, vivimos haciendo duelos constantemente (separaciones, cambios de colegio, pérdida de amistades, económicas, cambios de trabajo etc)", sostiene.

No se puede evitar su dolor. "De otra manera, aún desde el amor que sientes por él, y el deseo de protección, estarías contribuyendo a mermar su capacidad para adaptarse a la adversidad. Gracias al afrontamiento de estos acontecimientos conocemos una parte de nosotros que estaba oculta y que permite descubrir nuestra fortaleza. Facilitar esto a los más pequeños les va a ayudar a ser personas sensibles, sanas y fuertes", sentencia la experta.

Finalmente, Egido aporta los siguientes consejos para ayudar a los niños a superar un proceso de duelo:

1.- Hacerles partícipes en todo el proceso.

2.- Mostrarnos siempre disponibles para ellos.

3.-Aceptar y normalizar sus inquietudes y preocupaciones.

4.- Aceptar y legitimar sus emociones: darle consuelo.

5.- Expresar nuestros sentimientos de forma transparente y cuidarnos.

6.- Introducir creencias religiosas o espirituales.

7.- Contar la verdad omitiendo los detalles que no puedan entender por su edad.

8.- Observar su comportamiento y prestarles mucha atención.

9.- Permitir que asista a los rituales de despedida.

10.- Atender miedos asociados a la muerte.