Charcutero y carnicero, Jorge Alarcón Miñarro (Murcia, 17 de agosto de 1997) es un ejemplo de superación. Hace poco más de un año pesaba 160 kilos y ahora está en 92 solo gracias al deporte y a una dieta sana y equilibrada. Apadrinado por la firma de ropa deportiva Bileven, a través de su cuenta en Instagram (@jorgepulga) ha mostrado toda la evolución que ha experimentado con el fin de ser legionario.

¿Cuándo y por qué empezó a hacer deporte?

Yo siempre he querido ser militar, dedicarme al ejército, y lo único que me separaba de eso era mi físico porque no soy muy tonto para estudiar. Siempre quería hacerlo, perdía ocho o diez kilos pero enseguida los recuperaba, tenía muchas idas y venidas. Pero hace un año y medio estaba haciendo un Grado Superior de Mecanizado y en ese momento, cuando iba a terminar, me planteé que iba a ser toda mi vida un infeliz, sin hacer lo que de verdad quiero, que es ser militar, simplemente por el físico, que se puede cambiar.

¿Usted cuánto pesaba?

Yo pesaba 160 kilos y mido 1,81 metros.

¿Cómo llegó a pesar tanto?

Procedo de una familia obesa. Excepto mi madre, todos lo somos, mi padre y mis hermanos somos muy recios de cuerpo. Eso se mezclaba con que comía mucho, aunque no mal, porque comida basura no tomaba, era todo natural, pero el problema es que comía mucha cantidad, mucho pan, dulces y todo eso. En el gimnasio llevo bastantes años, pero si no te cuidas nada la alimentación, no lo consigues, porque el 80% del físico es la alimentación, pero sin el 20% del deporte no llegamos donde queremos. Mi problema es que comía mucho.

¿Y cómo dejó de comer? En mi caso, necesito comer lo justo, como para vivir...

Pues yo vivía para comer, me gusta comer. Siempre digo a mis amigos que llevo un gordo dentro contra el que tengo que luchar todos los días para estar como ahora. Me he acostumbrado y ya es lo normal, aunque no llevo una dieta muy estricta y me mantengo bien, pero sí que hay momentos donde tengo que reprimir al gordo que llevo dentro cuando veo a mis amigos cenar pizza.

¿En qué se basa su dieta?

Se llama ayuno intermitente. Es muy simple, solo que hay unas horas del día en las que no como. Yo solo como por la mañana y a mediodía, y a partir de ese momento, nada. Me he acostumbrado a eso, a mí ya no me cuesta, aunque al principio es duro. En verano, cuando estaba a veces en la piscina con mis amigos y los veía a ellos cenar, me costaba porque encima me preguntaban si no tenía hambre, y les respondía que claro que tenía, pero no lo hago porque todo lo que sufro durante la semana haciendo deporte, aunque sea un sufrimiento controlado por mí, no quiero perderlo por una tontería.

¿En cuánto peso se ha quedado?

Lo mínimo que he llegado a pesar porque quise batir una marca fue quedarme en 89 kilos, pero ese peso no puedo mantenerlo durante mucho tiempo porque me cuesta mucho. Mi peso ideal está en 92 kilos y es en el que yo me mantengo cómodo, porque bajar de los 90 es muy duro para mí.

Ya me doy cuenta de la suerte que tengo porque yo no necesito ni dieta ni nada.

Claro, yo tengo un amigo que mide 1,90 y por mucho que coma, no llega a los 90 kilos. Y yo, en cuanto me dejo un poco, me voy de ese peso. Una de las cosas que he aprendido en este tiempo es a conocer mi cuerpo a la perfección, sé qué me viene bien y mal, qué tengo que hacer para ganar peso y perder.

Pero las navidades han tenido que ser muy duras para usted.

Pues mira, en navidades descansé un poco de la dieta para tener psicológicamente un descanso, aunque eso no quiere decir que me comiera todo lo que pillara por delante, pero no me comía, por ejemplo, un trozo de roscón. Cogí dos o tres kilos, pero para una persona como yo no es significativo, pero sí que hay que mantener un poco el equilibrio. Por ejemplo, dejé en Navidad un poco de lado el gimnasio porque trabajo a ratos en una tienda haciendo embutidos y tenía mucho trabajo, pero contrarrestaba los fines de semana saliendo a correr e incluso hice una media maratón porque durante el confinamiento me marqué un reto con un amigo que corre maratones, que era correr una media maratón antes de que finalizara el año. Me daba igual el tiempo que empleara, solo quería acabarla, y la hice por mi cuenta el 28 o 29 de diciembre y me sentí muy satisfecho. Cuando me quedaba un kilómetro y medio para acabar, que iba ya con las rodillas reventadas, se me saltaron las lágrimas de la emoción pese a que iba yo solo corriendo.

Su metamorfosis ha sido mental.

Todo está en la cabeza. Por supuesto, tenemos unas limitaciones físicas que tenemos que conocerlas cada uno. Sé que no voy a correr una maratón en dos horas como Kipchoge, lógicamente, porque mi físico no me lo permite, pero sí sé que entrenando puedo conseguir las cosas que me propongo. Para 2021 mi nuevo reto es conseguir la maratón, que es el doble. Sé que es algo complicado, pero no es imposible, y lo que no me da miedo es a fallar. El problema es que a veces nos generamos unas expectativas y nos hundimos. En cambio, cuando no lo he conseguido solo pienso en seguir entrenando hasta que lograrlo. Para mí perder peso no ha sido solo un cambio físico, me ha cambiado la cabeza. Perder peso puede perderlo quien quiera siguiendo unas directrices, lo que cuesta es mantenerlo y tener la motivación de decir voy a por más.

Habrá gente que ni le reconocerá por la calle ahora.

Por supuesto, me encuentro con mucha gente que me mira y me dice que les suena mi cara, y les respondo que si me ponen unos cuantos kilos más, quizás se acuerden de mí. Da mucho orgullo que me hable gente por las redes sociales que ni conozco y que me diga que soy un ejemplo y que gracias a mí han encontrado motivación para hacer deporte. Yo no soy ejemplo de nada, solo de que si quieres algo, lo puedes conseguir.

Pues sí que es un ejemplo. Si le estoy entrevistando es porque así lo considero.

Al final siempre pienso que no hay que tirar la toalla. He intentado perder peso muchas veces en mi vida, pero no sé por qué nunca lo había conseguido.

¿Y qué ha cambiado ahora para que sí lo haya conseguido?

Primero, la madurez y que antes era más crío y, aparte, mi objetivo de la vida. Me planteé por qué iba a ser yo un infeliz trabajando en algo que no quiero. Llegó un momento en el que exploté psicológicamente. Para mí era un sufrimiento ir al Grado Superior porque estaba derivando mi vida hacia el camino fácil, que era el que yo no quería, y pensé que me iba a arrepentir toda mi vida por una enfermedad que no podía cambiar. Pero una cosa que se puede cambiar, ¿por qué no?

¿Cuántas veces se han metido con usted de niño por estar gordo?

Siempre he sido el gordo del grupo. Las cosas como son, siempre tienes las miradas sobre ti para ver si haces la gracia, te caes y es una presión psicológica dura, pero me acostumbré a ello e incluso estaba cómodo con la situación. Me causaba problemas cuando iba comprarme ropa y no encontraba nada que me gustara y me pudiera poner, y me veía en fotos y me decía por qué estaba yo así, pero cuando ahora veo fotos mías de antes, no recuerdo en mi cabeza estar así. Tú mismo te autoengañas para ir por el camino fácil. Además, tenía problemas de salud, el colesterol y el azúcar alto, eso no era vida. Me iba de fiesta con mis amigos y cuando me tiraba tres o cuatro horas parado, las piernas no las sentía, me dolían los tobillos y no era consciente de esa situación. He vivido con los ojos tapados durante muchos años.

¿Cuánto deporte hace ahora?

Hago mucho, a veces me paso. La semana pasada tuve una pequeña lesión en un tendón de la rodilla porque a veces me paso, pero me gusta tanto la sensación que tengo cuando hago deporte... Yo salgo todos los días a correr y voy al gimnasio, y algunas veces incluso he hecho sesiones triples. He llegado a hacer 70 kilómetros con la bicicleta, la he dejado y me he puesto a correr cinco o seis y después me he ido una hora y pico al gimnasio. He hecho burradas, pero siempre con el objetivo de entrar en el ejército y ahora he llegado al peso que quiero. Actualmente estoy estabilizado en un peso que me permite correr y entrenar bien, me gusta tener un equilibrio entre fuerza y potencia. Como no me voy a dedicar deportivamente a nada, tampoco quiero solo hacer gimnasio. En el mes de diciembre, que no hice mucho deporte, me metí 120 kilómetros corriendo, 400 en bicicleta y 24 sesiones en el gimnasio, que es una burrada. En el confinamiento le pedí a mi amigo que tiene el gimnasio que me dejara una bicicleta estática y me la traje a mi casa, y en unas escaleras de mi casa de seis peldaños, he llegado a subirlos 2.000 veces.

¿Y cómo llevó el confinamiento?

Ahí fue cuando me dije a mí mismo que si de verdad quería conseguir mi objetivo, esa era la prueba de fuego. Si en ese tiempo me mantenía motivado sin poder hacer nada, cuando me liberara sabía que iba a seguir.

Vamos, que el primer día salió de casa como pies en polvorilla.

No te imaginas. Me fui en bicicleta por la tarde y por la mañana, salí a correr a mediodía, no sabía qué hacer, como un perro al que le habían soltado la correa. La verdad es que en ese tiempo aprendí de verdad a valorar las cosas que podemos hacer cotidianamente y que no hacemos. Estaba encerrado y deseando que me dejaran a salir a correr y, sin embargo, otros días, porque me me dolían un poco las piernas, no salía.

Al contrario, se te quitan si corres.

Claro, se te quita corriendo. Aprendí a valorar ese tipo de situaciones.

¿Por qué militar?

No lo sé, es vocación, no tengo familia en el ejército. Me cuentan que mi abuelo por parte de padre, al que no conocí, se presentó varias veces a la Guardia Civil, pero era una persona bastante analfabeta y mi familia tuvo pocas oportunidades de estudiar, algo que no ha pasado con mi generación, ya que mis dos hermanos son ingenieros y yo soy la oveja negra en los estudios. A mi tío también le gustaba el ejército. Pero vamos, mi vocación es por la Legión, porque yo quiero ser legionario y ahora mismo tengo el examen teórico el día 24 y la plaza que quiero es de la Legión, me gustan sus valores. No sé por qué, la vida me ha llevado a esos valores, el espíritu de la Legión es el espíritu de sufrimiento, jamás un legionario dirá que está cansado ni reventado y será el cuerpo más veloz y resistente. Muchas veces, cuando yo voy corriendo, pienso que ese valor es el que yo estoy utilizando. Tengo esa vocación y es mi vida, no me planteo otra que no ser militar. No sé lo que va a pasar, porque desconocemos cómo será el futuro, pero sé que voy a entrar porque lo voy a hacer todo por ello.

Después de escucharle sé que va a entrar, lo tengo muy claro.

Voy a hacer todo lo que haya que hacer. Toda mi vida he sufrido por unas u otras cosas, antes por tener un físico que no entraba en el canon de todo el mundo porque los gordos, las cosas hay que decirlas, no son el rol típico de personas que te encuentras por la calle.