El cáncer es una enfermedad cada vez más prevalente y su difícil curación en muchos casos favorece la proliferación de falsos mitos relacionados con su aparición o tratamiento. De hecho, el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) ha alertado esta semana de un aumento de pseudoterapias que dicen curar su enfermedad.

Pero más allá de estas alternativas terapéuticas de dudosa eficacia, un viaje por el 'doctor' Google es suficiente para comprobar la cantidad de alimentos que pueden contribuir al desarrollo de tumores mientras que otros, por contra, son claves para prevenirlos.

Con motivo del 11 Congreso de Pacientes con Cáncer celebrado en Madrid, GEPAC ha recopilado en un documento hasta 78 falsos mitos que aclaran, por ejemplo, cuestiones tan elementales como que el cáncer no es ni una enfermedad moderna creada por el hombre ni algo que pueda contagiarse.

Entre estos mitos, figuran también varios que se refieren a las supuestas propiedades que varios alimentos o dietas tienen para luchar contra esta enfermedad. En este caso, se les atribuyen falsas propiedades curativas o preventivas contra el cáncer, pese a que como recuerda GEPAC, "no existe ninguna dieta anticáncer".

Soja: los alimentos derivados de la soja son una fuente excelente de proteína. La soja contiene varios fitoquímicos, algunos con una leve función estrogénica que, en estudios con animales, parecen ofrecer protección contra tumores que dependen de las hormonas. Sin embargo, en la actualidad existe poca información que demuestre que los suplementos de soja puedan reducir el riesgo o tengan un efecto protector contra su desarrollo en humanos.

 verde: estudios realizados en laboratorio y con animales demuestran que el té verde es un potente antioxidante, pero todavía queda mucha información por desarrollar. Puede ser una buena opción para incrementar el consumo de líquidos cuando una persona está en tratamiento oncológico, pero los expertos recuerdan que no se deben beber más de 2-3 tazas al día ya que hay estudios que incluso apuntan que un consumo elevado puede tener alguna interacción con algunos tratamientos antitumorales.

Ajo: se están haciendo investigaciones interesantes sobre los beneficios del consumo de ajos pero, por el momento, no hay suficiente evidencia científica ni estudios en humanos que apoyen el consumo de ajo como un alimento que ayude a tratar el cáncer. El ajo es un ingrediente común de nuestra dieta y está recomendado como parte de una dieta variada y equilibrada. No obstante, su consumo excesivo puede causar efectos secundarios como mal aliento, olores corporales fuertes, ardor de estómago, náuseas o vómitos. Asimismo, también debe evitarse en cantidades elevadas antes y después de cualquier cirugía, ya que puede aumentar el riesgo de sangrado.

Frutos rojos: su inclusión en la dieta es totalmente seguro y beneficioso, pero esto no implica que pueda curar el cáncer si se consume de forma habitual, en contra de lo que dicen algunos, al igual que tampoco son los únicos frutos o alimentos ricos en polifenoles o sustancias de acción parecida. Durante el tratamiento es clave garantizar el consumo diario de unas tres piezas de fruta fresca, cuanto más variada mejor ya que cada una tiene sus propiedades específicas, priorizando a poder ser aquellas que sean de temporada.

Semillas de lino: hay estudios en animales muy optimistas sobre sus supuestos beneficios pero los estudios en humanos son muy limitados y, a día de hoy, no existe suficiente evidencia que recomiende estas semillas como protectoras ante el cáncer o como terapia durante el tratamiento. Su consumo moderado presenta beneficios sobre el sistema vascular pero ingerirlas no es una recomendación médica. Además, los lignanos presentes en estas semillas pueden actuar como estrógenos débiles y, por precaución, es preferible que las mujeres con cáncer de mama hormono-dependiente las tomen con moderación y previa consulta al oncólogo.

Cúrcuma: no existe suficiente evidencia de que su consumo pueda prevenir el cáncer ni que tenga efectos beneficiosos durante el tratamiento, ya que todavía faltan ensayos clínicos para comprobar en humanos los resultados observados en el laboratorio. Esto no quita que usar cúrcuma dentro de una alimentación equilibrada sea totalmente seguro, como condimento para preparar diferentes platos y comidas. Algunos estudios sugieren que altas dosis pueden interferir en algunos fármacos utilizados en quimioterapia, por lo que se recomienda consultar al especialista antes de aumentar su ingesta.

El cartílago y extracto de tiburón: según este mito los tiburones no tienen cáncer y su cartílago es capaz de curar esta enfermedad. Sin embargo, no existe ningún estudio que haya demostrado tal eficacia y, al mismo tiempo, ya se han encontrado tumores en varios ejemplares de tiburón.

Dietas cetogénicas: están basadas en la reducción de carbohidratos y de aportación calórica, con ingesta de proteínas y omega-3. Esto produce déficit de vitaminas, pérdida de apetito, estreñimiento, hipoglucemia, acidosis metabólica y sedación. Todos ellos, sin duda, poco beneficiosos para prevenir el cáncer o en personas ya diagnosticadas.

Dieta macrobiótica: nacida en Japón, se basa en la búsqueda del equilibrio físico y emocional a través de la nutrición. Es una aplicación biológica y fisiológica del principio del Yin y el Yang, según la cual todo está equilibrado por ambas fuerzas cuando se respeta en cada caso una proporción determinadas. Si se sigue de forma extrema puede causar daños debido a sus deficiencias nutricionales, ya que puede causar escorbuto, anemia, hipoproteinemia o pérdida de la función del riñon por la escasa ingesta de líquidos. No se recomienda seguir en los pacientes oncológicos.