La reducción y el tratamiento del tabaquismo es aún, a pesar de la ley que restringe el consumo y de que hay menos fumadores, una de las asignaturas pendientes para controlar el asma, cuya prevalencia media en España -más del 10 por ciento- está aumentando desde la década de los noventa.

Este es uno de los asuntos que se abordan este fin de semana en el 23 Congreso Mundial del Asma, en el que participa la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), cuyo asesor, el epidemiólogo Joan B. Soriano, en una entrevista a Efe, ha ahondado en la necesidad de un plan nacional de asma en España para hacer frente a este incremento.

Un plan nacional similar al programa nacional de Finlandia, que ha demostrado, según los expertos, que cuando se mejora el conocimiento de los profesionales, se optimizan los recursos y se organiza adecuadamente el manejo de los pacientes se consigue el control de la enfermedad, sin incrementar los costes y disminuyendo el gasto por paciente.

En España aún, según Soriano, no existe una estrecha coordinación entre la especialidad de Neumología con Atención Primaria y farmacéuticos, y todavía hay que avanzar más en la reducción y tratamiento del tabaquismo.

Es más, según el doctor Soriano, que presentará la ponencia "Epidemiología del asma: determinantes de su creciente prevalencia" durante el Congreso, el principal reto de salud pública en el manejo del asma es "conseguir que ningún niño asmático fume o esté expuesto al humo del tabaco, y ayudar a todo asmático fumador a que deje el hábito".

La epidemia del tabaquismo, los cambios demográficos de las poblaciones y de su estilo de vida están haciendo que el asma se convierta en un "grave y creciente problema de salud mundial", según SEPAR.

El estilo de vida sedentario, con poca o ninguna exposición al aire libre, incluye al menos tres elementos relevantes para el asma: más tiempo en contacto con alérgenos de interior, la comida en exceso y una disminución de la actividad física, según Soriano.

La obesidad aumenta la inflamación en los pulmones y la disminución de la actividad física, especialmente en los niños, elimina, según el especialista, una forma de protección que antes ayudaba a madurar el sistema inmune de los pulmones.

La elevada prevalencia del asma supone un gran impacto no solo sobre los pacientes, sino también sobre la sociedad en términos de calidad de vida, absentismo laboral y escolar y consumo de recursos.

Los costes por asma representan entre el 1 y el 2 % del gasto sanitario y buena parte de ese montante se deriva de las consecuencias del mal control de la enfermedad.

"El incumplimiento del tratamiento en el asma llega a ser superior del 50 % en muchas series. Es un problema universal en las enfermedades respiratorias crónicas, y en el asma en particular, que los enfermos suelen reducir o incluso interrumpir su medicación cuando dejan de tener síntomas", según el experto.

Las razones son múltiples. Influyen no solo falsos mitos respecto a efectos secundarios, sino también costes, desinformación o dificultades técnicas de los inhaladores.

Y si el paciente interrumpe su tratamiento anti-inflamatorio de corticoides inhalados no se ataja la causa principal de la enfermedad relacionada con la inflamación y "se descontrola".

El control es un aspecto esencial en el asma, pero particularmente en los casos graves. Un mal control se asocia con un mayor riesgo de exacerbaciones, menor calidad de vida y mayor utilización de recursos y medicación.

Los pacientes con asma de difícil control suponen un porcentaje pequeño dentro del espectro de la enfermedad asmática, pero generan la mitad de los costes por esta patología.