Sandra Aldao pasó más de una vez por delante del cruceiro de Montemaior erigido en recuerdo de Eulogio Suárez, artesano y maestro de las primeras letras asesinado hace 110 años cuando regresaba de una feria. Nada sabía entonces esta profesora de Coristanco del luctuoso suceso, aún hoy rodeado de misterio y que fue objeto de todo tipo de especulaciones en la prensa de la época. «Supe lo ocurrido de forma casual, a través de una conversación con la nieta, que me dijo que su abuelo tenía una historia muy interesante», cuenta Aldao, que confiesa que el triste final de Eulogio y todas las incógnitas que rodeaban el crimen despertaron enseguida su «vena indagadora», «ese querer saber más»: «Le dije que iba a investigarlo y ahí empezó todo», cuenta.

Empezó a tirar del hilo y, poco a poco, fue arrojando luz sobre las zonas en sombra del crimen y de la historia de este latonero natural de Miranda (Avilés), que se asentó en A Laracha tras casarse con Josefa Garda, vecina de Sofán, con la que tuvo diez hijos, de los que solo sobrevivieron siete. Durante años, Eulogio se ganó la vida con sus clases, su oficio y con los ingresos que le deparaba una taberna en Montemaior. Su apacible vida se vio truncada por la prematura muerte de su esposa y pocos años después, el 28 de marzo de 1915, fue él quien encontró la muerte de vuelta a casa, en un camino de Casás Longos.

Las pesquisas de Sandra Aldao permitieron localizar el acta de defunción, corregir algunas imprecisiones recogidas en las informaciones de la época y también despojar a la historia de algunas «fantasías» fruto del boca a boca.