Al caminar por los pequeños pueblos que rodean el puerto guipuzcoano de Pasaia, es difícil imaginar que hace tan solo 40 años estos eran el hogar de una de las flotas bacaladeras más relevantes de Europa. Durante años, un gran número de hombres cruzaban el Atlántico desde los puertos de Pasaia en el País Vasco y desde A Coruña, El Ferrol y Vigo en Galicia, para viajar rumbo a las costas canadienses y a Groenlandia. Allí faenaban durante meses bajo condiciones terribles para llenar de bacalao las bodegas de sus embarcaciones y después llevar el pescado ya salado a puerto.